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Por Juan Turello. El Fondo Monetario Internacional (FMI) dio el visto bueno al acuerdo con la Argentina, que supone un alivio en los balances del organismo internacional y una cuasi moratoria por dos años en la deuda de nuestro país, señala mi nota en La Voz.
Ahora, queda el cumplimiento durante 30 meses de metas fiscales, monetarias y cambiarias, que no son incumplibles en un Estado ordenado y con una conducción centralizada. Sin embargo, esas metas se convierten en una cumbre tan difícil como escalar el Everest para un Gobierno débil en políticamente, con una fuerte división interna y enfrentado con los sectores productivos.
La debilidad política es medible. La imagen positiva de Alberto Fernández alcanza al 15,8 por ciento, mientras que otro 12,7% la califica de regular. El nivel de rechazo (imagen mala) alcanza al 70,9%, según la última encuesta de Giacobbe Consultores.
La división interna quedó registrada en la evocación del Día de la Memoria. La Cámpora -conducida por Máximo Kirchner- y el kirchnerismo duro, a los que se sumó la izquierda, expresaron su rechazo al acuerdo con el FMI.
El albertismo no controlará las calles a la hora de la protesta social. Los caciques sindicales, más interesados en preservar su poder y sus negocios, oscilan entre apoyar al Presidente y rechazar sus políticas.
¿Qué margen de gobernabilidad posee Alberto Fernández con una división interna y en el Congreso?
El ministro de Economía, Martín Guzmán, quien debe instrumentar la carta de intención firmada con el FMI, tiene por delante, además, una tarea a plazo fijo, con vencimiento el 30 de junio. Ese día debe cerrar con el Club de París el último acuerdo de deuda impaga.
Su gestión es cuestionada por el kirchnerismo y por la oposición, que lo acusa de carecer de un plan económico, más allá de los grandes trazos macroeconómicos definidos ante el Fondo. ¿Seguirá?
Con sus estentóreas declaraciones, el funcionario y economista Roberto Feletti parece desconocer las aspiraciones que animan a cualquier empresario en el mundo de los negocios.
Los acusó de querer exacerbar sus ganancias para adquirir “departamentos en Miami o 4×4”, cuando ese puede ser el aspiracional de miles de argentinos, sean empresarios o no.
Feletti en sus análisis de la psicología de los negocios obvia, por caso, que esa actitud es común también entre los empresarios rusos, que acumularon millonarias fortunas expuestas en sus lujosos yates, que debieron esconder para evitar las sanciones de Occidente.
Un coro de entidades empresarias, como la Cámara de Comercio de Córdoba y el Centro de Almaceneros local, entre otras, sostuvo que la responsable de la alta inflación “es el déficit fiscal y la emisión monetaria necesaria para financiarlo”.
“Es hora de que el Gobierno entienda y se haga cargo de esta situación”, apuntó la Bolsa de Comercio de Córdoba.
Las acciones del converso “psicólogo” apuntan sólo a regular los precios de unos 500 artículos en grandes superficies y de 70, en comercios de cercanía, cuando el fenómeno inflacionario responde al ordenamiento macroeconómico.
Lo que intenta Feletti con el control de precios es como tratar de arreglar la crema de la torta sin preocuparse por los condimentos de su base.
El titular del Banco Central, Miguel Pesce, fue más racional: “Si no conseguimos que las empresas inviertan, vamos a seguir teniendo inflación”.
Para ello, el Gobierno debe restablecer la confianza de los sectores productivos.
La “guerra” que lanzó Alberto Fernández, luego degrada a una “batalla”, no tendrá como aliada a la población.
El 74,1% de la sociedad sostiene que “las medidas económicas no van a funcionar; hay que esperar un cambio de Gobierno en 2023”, señala una encuesta de Giacobbe.
Las consultoras prevén que la inflación de marzo estará por encima del 5%, lo que complica la actualización del valor del dólar oficial para evitar una apreciación del peso. La próxima revisión del FMI pondrá la lupa sobre este punto.
Los analistas suman otra preocupación. Además del impacto en el valor de las materias primas y en los flujos de dinero, la invasión de Rusia a Ucrania afectará el crecimiento global, que también impactará en la Argentina.
Las órdenes de compra y proyectos de inversión, sumados a la confianza de los consumidores -tres motores de la economía moderna- se verán afectados en los próximos meses, advierte Ecolatina en su informe.
La gobernabilidad tendrá así enormes desafíos internos y externos.