Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en...
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Por Juan Turello. La luna de miel de 100 días, que se le adjudica a cada nuevo gobernante con la sociedad, llegó a su fin bastante antes. El domingo último, ante el Congreso, Alberto Fernández planteó el escenario de tres grandes batallas. Dos de las batallas –la legalización del aborto y la reforma judicial– intentan ser una bandera histórica de su gestión. La otra gran batalla es contra el campo. Repasemos.
¿Esas batallas perjudican a la economía? Sí, con una sociedad dividida y sin una Justicia transparente, no hay garantías de un desarrollo sustentable.
La tercera gran batalla, contra el campo, es de resultados impredecibles, luego de que ese sector aportara una cosecha récord, además de que, junto a la agroindustria, provee el 70% de las divisas que ingresan al país, señala mi nota en La Voz.
La epidemia del coronavirus agrava el contexto externo, con lo cual es factible anticipar un escenario más negativo, con impacto en la economía argentina. El Banco Mundial elevó el pronóstico de caída de 1,7 a 2% para este año. El viernes último, el riesgo país anotó otro récord, lo que muestra falta de confianza en la solución para la deuda.
El aborto dividirá a la sociedad, y la reforma de la Justicia siembra sospechas. La verdadera batalla es contra la inflación y por la recuperación económica
¿Por qué Alberto Fernández decidió profundizar el enfrentamiento con el único sector en pie? El FMI le objetó la caída en la recaudación, que en febrero creció 42,6% , pero estuvo ocho puntos porcentuales por debajo de la inflación interanual. El Gobierno no podía rechazar el consejo del único socio estratégico para evitar el default.
La industria está estancada; la construcción, en caída por la parálisis de la obra pública, y el consumo sigue en el subsuelo. El turismo interno arrojó buenos números, pero las visitas internacionales y los grandes espectáculos pueden resentirse por el coronavirus.
Los almaceneros y las cámaras de comerciantes de Córdoba advirtieron que en febrero cayeron las ventas en unidades en comparación con igual mes de 2019. Las de autos retrocedieron 32% , y tampoco mejoraron las de electrodomésticos. Salvo algunos nichos, el consumo sigue deprimido.
La situación global y la interna no son iguales a cuando se planteó el conflicto con el campo en 2008. La soja vale hoy poco más de la mitad que durante el enfrentamiento de los Kirchner con la Mesa de Enlace, que tuvo el acompañamiento de la sociedad y de los productores, con un mensaje claro sobre lo negativo de gravar al sector que exporta y que invierte, además de ser el más competitivo.
La inflación habría mostrado una moderación en febrero, pero se necesita algo más que un reto presidencial a los empresarios. El Estado tiene mucho que hacer a la hora de bajar los precios: equilibrio fiscal, no emisión monetaria, asegurar la competencia y combatir las posiciones dominantes.
Es más la responsabilidad del Estado en bajar la inflación que el compromiso de los empresarios.
El capital no responde a esas apelaciones ni a las palabras que se pronuncian desde el corazón, como lo admitió Juan Carlos Pugliese en 1989: “Les hablé con el corazón y me respondieron con el bolsillo”.
En tres de los cuatro años de gestión de Mauricio Macri cayó la economía, y terminó 3,5% abajo de 2015, con la supresión de casi 200 mil puestos de trabajo formal. Y perdió las elecciones.
Debería comprenderlo Alberto Fernández a la hora de plantear cuáles son las verdaderas batallas que debe dar. Al fin y al cabo, lo eligieron principalmente para corregir la crisis económico del macrismo.