Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en...
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Por Juan Turello. La experiencia de las familias fue frustrante en 2022. Las encuestas de opinión revelan que “tristeza” es la palabra con la que identifican la actual situación del país. Sin embargo, la estadística muestra que la Argentina creció 5,2% en relación con 2021, según el Estimador Mensual de la Actividad Económica (Emae), que es un anticipo del comportamiento general de la economía. Alberto Fernández salió a festejar ese dato y dijo que el país y China lideraron la expansión en el mundo. ¿Qué viene? Incertidumbre, señala mi nota en La Voz.
¿Por qué hay una disociación tan fuerte entre las vivencias personales y los datos económicos?
Los salarios de la mayoría de los trabajadores perdieron frente a la inflación de 94,8%, con lo cual cayó el poder de compra (consumo) de las familias.
La mayor parte de los “empleos” que se generaron fueron en la informalidad o por vía del monotributo.
Y la actividad comenzó a desmoronarse desde septiembre en adelante, al agotarse la recuperación pospandemia.
La economía estaba en diciembre casi tres puntos porcentuales por debajo de agosto, que fue el último mes de crecimiento en comparación con el mes precedente.
En la comparación intermensual, a factores desestacionalizados, la economía cayó en el último cuatrimestre del año pasado.
La declinación continuó en enero, pese al boom de los servicios en la costa, en las sierras y en los principales sitios turísticos.
Otros botones de muestra de que la economía dejó de crecer.
Agricultura y Ganadería retrocedió en diciembre 18% en la comparación interanual, al que se sumó la industria manufacturera (-2,1%) y el comercio mayorista y minorista (-1,1%).
La falta de lluvias, en primer término, y luego los días de extremo calor en enero y las heladas en febrero provocaron una fuerte merma en los rendimientos de la cosecha de granos gruesa.
En su último informe, la Bolsa de Cereales de Buenos Aires señaló que seis de cada 10 hectáreas de soja se encuentra entre regulares y malas. La recolección sería sólo de 33,5 millones de toneladas, cuatro millones menos que la estimación anterior.
La baja en el ingreso de divisas no sólo golpeará a los productores agropecuarios y a las tesorerías de los gobiernos (menos recaudación de impuestos), sino también a la industria.
Sin dólares suficientes, el Gobierno restringiría aún más las importaciones, incluidos insumos para la producción.
Massa despliega su oratoria para que el FMI contemple la sequía y la guerra en Ucrania como factores del incumplimiento del nivel de reservas prometido.
Faltan 4.000 millones de dólares en el Banco Central, más los necesarios para importar elementos críticos para la industria.
Massa deshilacha la bandera del desendeudamiento para gestionar un préstamo extraordinario de la banca y de países extranjeros. El objetivo serían 10 mil millones.
La sequía en el campo, su impacto en el menor ingreso de dólares y en la actividad industrial dominarán el panorama del primer semestre.
El segundo, estará teñido por la incertidumbre electoral debido a las primarias del 13 de agosto y la elección presidencial del 22 de octubre.
La incertidumbre paraliza inversiones y nuevos negocios. Consultoras y analistas prevén una caída para este año, mientras que el Gobierno afirma que la economía crecerá 2%.
Solo Alberto Fernández derrocha optimismo en las fotos y en su campaña.