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Por Daniel Scandizzo. El crossfit es un entrenamiento que demanda dosis elevadas de energía. Consiste en una rutina sistemática de ejercicios funcionales, variados y ejecutados a alta intensidad. El crossfit busca desarrollar fuerza y masa muscular desde el impacto, el movimiento y la multiplicidad de actividades.
¿Qué tiene que ver este particular método, reservado sólo para los más aptos, con la complejidad del mundo de las organizaciones?
Una actitud común al momento de investigar es identificar relaciones de hecho entre dos variables, cuya demostración no revista dificultad. A priori podemos utilizar esta metodología para asociar una mayor destreza para llevar a cabo una tarea con el grado de aprendizaje sobre la misma. Nada invalida este análisis.
¿Qué nos impide animarnos a cierto atrevimiento?
Ya es habitual tomar experiencias del deporte y trasladarlas a la gestión. En definitiva, el DT de un equipo de fútbol debe tomar decisiones críticas en el lapso de 90 minutos, mientras un gerente dispone de mucho más tiempo y posibilidades de consulta.
¿Cómo podríamos juguetear con el crossfit en nuestra empresa?
La respuesta en nada difiere del entrenamiento del atleta: generando acciones y resolviendo problemas de impacto en el valor de la organización.
¿Todas las acciones al mismo tiempo?
No, el crossfit no pregona eso. Una a la vez, pero de manera continua, sucesiva, sin tiempos improductivos, sin “reunionitis”, de manera sincronizada y sinérgica con el equipo. Y lo más importante: en la medida que actuamos y resolvemos problemas, nos fortalecemos y ganamos “masa muscular”.
Veamos este ejemplo de una rutina crossfit para un gerente financiero:
En una misma jornada, con continuidad y resultados, compartiendo experiencias y potenciando nuestro rol y el desempeño individual y de conjunto.
¿Nos atrevemos?