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Por Héctor Cometto (Periodista deportivo, analista de los ciclos informativos de Teleocho Córdoba). El ciclo de Atenas es uno de los logros deportivos más admirables de la Argentina, en un camino marcado por otra gran conquista: la creación de la Liga Nacional, la maravillosa idea de León Najnudel.
La Liga es el ejemplo de llevar a la práctica grandes ideas que modernicen y cambien las estructuras anquilosadas; real punto de partida para la aparición de la Generación Dorada y una estrella de la talla de Emanuel Ginóbili.
Con 29 años de participación hegemónica en ese camino y el museo lleno de trofeos e imágenes de un poderío inigualable, Atenas tiene una raíz cordobesa tan profunda que aún hoy genera perennes idolatrías.
A la hora de marcar próceres hasta más allá de lo deportivo, eleva a un Marcelo Milanesio y a un Fabricio Oberto para que corten las redes. Y también debería hacerlo con Héctor Campana (en la foto junto a Milanesio): más allá de no haber sido sinónimo absoluto de Atenas (fue y vino varias veces) y percudido por el roce de la política, fue indudablemente el gran antecesor de Ginóbili. Si hay que elegir al más dotado en la previa del bahiense, allí aparece el tumultuoso “Pichi”, que no esquiva ensuciarse en el fragor de la lucha en el terreno que sea, mientras Marcelo, como buen estratega, elige los pasos para seguir siendo intocable e impoluto.
Como toda organización sobresaliente, los que dirigen no aparecen en las fotos pero son fundamentales, como Walter Garrone y Rubén Magnano en el banco o Felipe Lábaque, desde la estrategia comercial y deportiva.
¿Cómo está hoy esta brillante franquicia deportiva nuestra? Seguro en sus pasos administrativos, el club está ordenado, pero competitivamente ha perdido protagonismo y está sufriendo algunas desigualdades que, si custodiáramos aquella idea de Najnudel como se debe, deberían ser corregidas.
El desbalance de los aportes económicos provinciales es notorio: mientras algunos clubes tienen tres extranjeros, Atenas ninguno. El extranjero dado de baja, Robert Hornsby, costaba 10 mil dólares mensuales, mientras James Williams cobra 30 mil en Quimsa. Dicen que Leo Gutiérrez andaba con ganas de volver a Atenas pero una insuperable oferta de un millón de dólares por tres años lo atornilló al gran ganador de hoy, Peñarol, el Atenas de ayer.
Hoy, el “griego” no luce publicidad alguna de la provincia de Córdoba y aún no le ingresó el pago de la sponsorización del año pasado.
Así la competencia es desigual, con fallas que no son atribuibles a los de afuera solamente. Y si bien cada ciclo en la vida y en la historia tiene ascenso, gloria y caída, corremos el riesgo de precipitar acontecimientos y que el museo se torne color sepia, cuando debería conservar el verde refulgente y eterno.