Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en...
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Por Juan Turello. Salvo las actividades vinculadas al turismo, hubo números rojos en enero para la industria y la exportación a nivel nacional. En febrero, Córdoba fue afectada por fuertes lluvias con daños millonarios, sin embargo, hay expectativas de cambio, señala mi nota en La Voz del Interior.
Las pérdidas en Córdoba aún no cuantificadas, pero hay miles de viviendas afectadas; importantes daños en la infraestructura vial (rutas y puentes) y en los servicios de agua y electricidad, además de miles de hectáreas anegadas y pérdidas para la producción láctea.
Las vacaciones y el escándalo político-judicial en torno de la muerte del fiscal Nisman, las acusaciones sobre presuntos delitos de la familia presidencial en el complejo Hotesur y la corrupción del vicepresidente Amado Boudou pusieron en un segundo plano una coyuntura económica que no termina de despegar.
La producción fabril hace 18 meses que está en retroceso. En enero cayó 1,8%, según el INDEC (Orlando Ferreres y Fiel registraron una mayor caída). La industria automotriz se desplomó 28,7%, y aunque aún no están los datos de Córdoba, es posible que el impacto haya sido similar o peor.
Las exportaciones cordobesas perdieron casi 1.900 millones de dólares en 2014 en relación a 2013, al totalizar sólo 9.167 millones. El monto vendido sólo supera en 861 millones al de 2010, cuando se produjo la salida de la crisis internacional de las subprime. En 2011, 2012 y 2013 hubo mejores ventas que el año pasado.
A esos datos, hay que sumarles las pérdidas millonarias por las copiosas lluvias en los tambos y en las casi 300 mil hectáreas anegadas, en especial en el centro y este provincial. El campo anunciará en Expoagro un plan de lucha porque la pérdida de rentabilidad afecta a todas las producciones agropecuarias, salvo la cosecha de soja, en establecimiento propio y a no más de 300 kilómetros de los puertos.
¿Hay razones para ser optimistas? Los analistas anticipan otro año de estancamiento y una inflación que rondará entre el 20 y 30%, contenida por un dólar oficial que no se mueve, pero que termina perjudicando a las producciones regionales.
La mayor expectativa es que 2016 sea el año del despegue. Faltan 10 meses. Algunos (por ahora pocos) ya se están posicionando para ese eventual cambio de escenario.
El Gobierno nacional intentará alentar el consumo de los sectores más postergados con mejoras en la Asignación Universal por Hijo (AUH) y en la tarjeta Sube, que pretende generalizar para el transporte de todo el país.
Para la clase media, está preparando el anuncio de créditos hipotecarios para las familias que puedan demostrar ingresos de entre 10 mil y 40 mil pesos; créditos subsidiados para la compra de automóviles y cambios en el Impuesto a las Ganancias, que dejen más dinero en el bolsillo de los asalariados, quienes están obteniendo aumentos de más del 30%, que impactarán en el tributo.
¿Alcanza? Servirá para mover la rueda, pero no provocará cambios sustanciales en la actividad económica, golpeada por la menor demanda, la fuerte presión impositiva –la clase media quedará obligada ahora a tributar bienes personales (“impuesto a la riqueza”)- y por la caída de Brasil, el socio que aportó casi un dólar de cada cinco que llegaron al país.
La mayor expectativa es que 2016 sea el año del despegue. Faltan 10 meses. Algunos (por ahora pocos) ya se están posicionando para ese eventual cambio de escenario.