Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en...
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Por Juan Turello. Silvina Batakis concluyó sus primeras dos semanas debilitada por el “fuego amigo”. Los sectores de la propia tropa que disparan contra la ministra de Economía no están de acuerdo con las medidas sobre equilibrio fiscal ni con sostener el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), señala mi nota en La Voz. Hoy, la funcionaria se reunirá con los gobernadores del PJ en busca de apoyo para el ajuste.
Los sectores de la propia tropa que disparan contra Batakis no están de acuerdo con el equilibrio fiscal ni con sostener el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
El salario básico universal beneficiaría a 9 millones de trabajadores informales, con un costo de 130 mil millones mensuales y de casi 1.600 millones anuales. «No hay plata», dijo la ministra.
Cristina Kirchner decidió impulsar en el Congreso el proyecto de un salario básico universal, luego que Andrés Larroque -uno de sus adláteres- advirtiera la «bomba social» que se incubó por la inflación en el conurbano bonaerense, donde crecieron los núcleos de izquierda.
El “fuego amigo” no se detiene ahí. Ahora, surgieron los extrabajadores de empresas privatizadas que piden otra indemnización por haberse ido de esas compañías en la década de 1990.
Los estatales -liderados por el vice de la CTA, Daniel Catalano (ATE)- ya advirtieron que no tolerarán el congelamiento para incorporar al Estado a unos 30 mil trabajadores. Los concursos se siguen publicando en el Boletín Oficial de la Nación.
Los intendentes del conurbano bonaerense, a su vez, no están dispuestos a soportar recortes en la obra pública. Alberto Fernández supervisó días atrás la repavimentación de una calle en ese territorio.
Los piqueteros rechazan que 1,3 millones de beneficiarios del plan Potenciar Trabajo sean incluidos en el salario básico universal. Perderían el manejo de sus adherentes y de la caja.
En su confusión, el Gobierno -empujado por la vicepresidenta- está operando sobre las consecuencias de la inflación, más que en atacar sus causas.
El oficialismo prefiere discutir cómo otorgar más ingresos a los sectores en crisis y un revival del control de precios, al que son afectos Cristina Kirchner, Axel Kicillof y sus seguidores.
El análisis de las medidas que contengan el déficit fiscal no les interesa. Caso raro: uno de los gobiernos con más alta inflación en el mundo que no se ocupa del principal tema que demanda la sociedad.
El rojo de las cuentas públicas dispara la necesidad de tener pesos para financiarlo. Sin crédito externo -receta a la que apeló Mauricio Macri-, las alternativas se limitan a la emisión o a la deuda en pesos.
La inflación fue de 5,3% en junio, pero el piso de julio sería entre 7% y 8%. En los primeros 13 días del mes, los alimentos subieron 8,65% , según la muestra del Centro de Almaceneros y Autoservicios de Córdoba.
Germán Romero, titular de la entidad, afirmó que el principal problema “es la falta de mercadería”. “El aceite es un dólar líquido”, graficó.
Los mercados, el núcleo duro del kirchnerismo y los movimientos sociales, a los que se sumaron ahora la CGT y la CTA, disparan contra el plan de Alberto Fernández y de Batakis. Cuestionan la inflación, pero nadie admite recortes.
El presidente llevará a la ministra a su reunión con Joe Biden el martes 26, a la espera de que un gesto del mandatario norteamericano suavice las condiciones del acuerdo con el FMI.
Falta poco más de un año para las elecciones primarias de 2023. Es demasiado tiempo para no asumir las correcciones que exige la alta inflación y la “bomba social” que anida en varios conurbanos.
El “fuego amigo” contra la ministra Batakis no es una solución.