Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en...
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Por Emmanuel Cuesta, del Instituto de Economía de la Bolsa de Córdoba. La economía de Brasil, la más grande de Latinoamérica, está prácticamente estancada. Las elecciones presidenciales del 5 de octubre próximo. impactarán en la Argentina.
En los cinco primeros meses del año el crecimiento fue sólo de 0,7% y desacelerándose.
¿Por qué Brasil, uno de los grandes emergentes con más alto crecimiento en la década pasada, no crece más?
Los problemas estructurales de la economía brasileña se están haciendo notar desde hace unos años. Los cuellos de botella en la infraestructura de transporte -puertos, rutas, vías férreas- y la baja productividad de la economía son las principales causas del estancamiento actual.
La economía mantendría un bajo crecimiento en 2014 (1,05%) y en 2015 (1,5%), con una inflación por encima del 6% anual. En octubre, se decide el rumbo del gigante sudamericano y principal socio comercial de la Argentina.
Y esto se debe a una baja inversión -en comparación con otros países en desarrollo-, proteccionismo impositivo y arancelario, que mantiene industrias en forma artificial, e intervencionismo en empresas estatales, que causan el rechazo del sector privado.
El país se prepara para las elecciones del próximo 5 de octubre, con la presidenta Dillma Rousseff como candidata favorita a la reelección con 32% de intención de voto. Sin embargo, hasta el mes de junio su aceptación entre la población mostraba una tendencia negativa, al tiempo que el principal postulante opositor, el senador del Partido de la Social Democracia (PSDB), Aécio Neves, se afianzaba como alternativa. En el mes del Mundial creció la intención de voto a la actual presidenta, aunque también a su principal opositor, la que se encuentra alrededor por encima del 21%.
Los mercados financieros ven con buenos ojos un recambio político, que se manifiesta en subas de los índices bursátiles con cada encuesta electoral en la que la oposición gana terreno frente al oficialismo. Es que Aécio Neves promete un cambio hacia una economía más “pro-mercado”, con un mejor control de la inflación y de las cuentas fiscales para generar previsibilidad, reducir el intervencionismo y atraer capitales para la inversión en sectores claves como el energético.
Dilma, por su parte, mantiene el optimismo sobre las posibilidades futuras del país, con promesas de inversiones en infraestructura y mejora de los servicios públicos a fin de mejorar la productividad.