Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en...
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Por Claudio Fantini (Periodista, politólogo, docente de la UES 21). Desde la Argentina, se observaba el proceso con incredulidad. Era más fácil sospechar que en Brasil todo terminaría en la nada o que pagarían los pichis, pero jamás los peces gordos del PT (Partido de los Trabajadores).
Visto desde el país de la Justicia “oyarbidizada” (por Norberto Oyarbide), resulta imposible pensar que un tribunal juzgue verdaderamente un caso de corrupción política, si están involucrados poderosos miembros de un gobierno fuerte.
Por eso resultaba impensable que el escándalo del “mensalao” (sistema de sobornos en el Congreso del Brasil) sería de verdad investigado y juzgado por magistrados capaces de aplicar condenas a los responsables. Sin embargo, la dureza de esas condenas confirma la veracidad del proceso y la independencia con que actuó la Justicia brasileña. Casi 11 años de prisión para quien fue la mano derecha de Lula, resulta por demás elocuente.
José Dirceu (foto) ya había estado preso. A fines de la década de 1970, cuando era un líder estudiantil de izquierda, fue encarcelado en la prisión de Ibiúna, de donde salió gracias al canje de presos políticos por el embajador norteamericano Burke Elbrick, que había sido secuestrado para tal fin por los guerrilleros.
Dirceu fue nada menos que uno de los fundadores del PT y el artífice del giro socialdemócrata que convirtió a Lula en presidente. Fue su mano derecha y el número 2 de aquel gobierno tan inmensamente popular. Su caída por el “mensalao” le abrió el paso a Dilma Rousseff, quien lo reemplazó al frente de la Casa Civil (Jefatura de Gabinete). Pero el gobierno siguió siendo petista. Un gobierno muy fuerte y exitoso; ergo, poderoso; que sin embargo no impuso un manto de impunidad para sus jerarcas.
El impeachment (juicio) por corrupción que sacó del poder a Collor de Mello en 1992 fue la primer lección brasileña sobre la independencia del Poder Judicial. El caído era nada menos que el presidente más rico de la historia. Ahora hay una nueva lección brasileña: van a la cárcel por corrupción altos jerarcas de los gobiernos más poderosos y populares desde Getulio Vargas.
Por cierto, la corrupción sigue siendo una marca de la política brasileña y hay muchas sombras en el accionar de la Justicia. Aun así, un fallo como el que acaba de emitirse contra la ex cúpula petista sería, en la Argentina, sencillamente inconcebible.