Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en...
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Por Claudio Fantini. El futuro de la Unión Europea y de la propia Gran Bretaña se convirtió en un gigantesco interrogante. La Unión Europea deberá repensarse porque el país que se va no es Luxemburgo ni Portugal, sino el Reino Unido, la quinta economía del mundo y el principal poder militar del bloque. ¿Qué impacto global tendrá?
En el mediano plazo se verá si, como prometieron los impulsores del Brexit, la economía británica se desplegará y se potenciará ni bien se quite de encima la burocracia y las pesadas reglas comunitarias. También se verá si su partida tiene «efecto Big Bang», al dar inicio a la desintegración del bloque tal como ha sido hasta ahora.
En todo caso, lo que está claro es que, en lo inmediato, el efecto inmediato será un tembladeral que le quitará atractivo a Europa y al Reino Unido para las inversiones. Y eso puede favorecer a Latinoamérica, donde lucen la Argentina, que sale del populismo, y Colombia, que estrena la pacificación. Lo demás, es incierto porque se trata de un resultado inquietante. Se impuso un salto al vacío. Empiezan a triunfar los retrocesos.
En el proceso globalizador, la conformación de bloques regionales es un paso hacia adelante. Pero los británicos dieron un paso hacia atrás, porque eligieron ensimismarse. Por eso, Donald Trump festejó eufórico el resultado. También se alegraron los nacionalismos eurofóbicos como el Frente Nacional francés.
En definitiva, el fantasma que hoy recorre Europa no es el del comunismo que vaticinaba Carlos Marx en el Manifiesto, sino el de la desintegración del bloque.
Los pasos en sentido contrario al proceso global atraen a todos los nacionalismos extremos. Eso explica que, mientras la cara visible del Brexit era el popular ex alcalde de Londres Boris Johnson, la cara invisible, pero muy relevante en las argumentaciones Leave fue Nigel Farage, el líder del ultranacionalista Partido Independiente, la versión británica del partido de Marine y Jean-Marie Le Pen.
Por ese auge de los nacionalismos aislacionistas y las figuras que, como Trump, proponen aislar sus potencias recurriendo, incluso, a la construcción de muros, el Brexit puede tener un efecto Big Bang en la UE. Pero lo que viene aún es impredecible, incluso para el propio Reino Unido.
Al fin de cuentas, en Escocia y el Ulster (los seis condados del norte irlandés), se votó masivamente por la permanencia. A esas naciones británicas les conviene ser partes de la UE, por eso pueden iniciar procesos para decidir si siguen casadas con Inglaterra y Gales al precio de divorciarse de Europa, o abandonar el hogar británico para permanecer en la comunidad continental.
Escocia evaluará repetir el referéndum sobre su separación mientras que, en Ulster, la comunidad católica se replanteará seguir en el Reino Unido o salir para integrarse a Irlanda y permanecer en la UE. Lo insinuó de inmediato el líder del partido católico Sinn Fein y viceprimer ministro norirlandés Martin McGuinness.
Todo puede pasar porque lo que se impuso en las urnas británicas se parece a un salto al vacío.