Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en...
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Por Juan Turello. “Yo creo que estamos atravesados por una bandada de cisnes negros”. Así se expresó, con cierta ironía, el ejecutivo de un grupo de comunicaciones que admite haber elaborado ya varios planes de negocio desde las últimas elecciones hasta la fecha. La referencia apunta a “los dos cisnes negros” que aparecieron en la economía global, además de los problemas que la Argentina arrastra desde hace décadas, señala mi nota en La Voz.
Vea también: El impacto de dos cisnes negros en la economía:
El impacto de dos «cisnes negros» en la #economía, #coronavirus y conflicto del #petróleo, según @JoseSimonella (@CPCECordoba) ↓ https://t.co/S5Vg9NnlZn
— Juan Turello (@JuanTurello) March 13, 2020
El coronavirus y la guerra del petróleo son dos fenómenos inesperados y abruptos que han cambiado las condiciones de producción y de los negocios en pocas semanas.
La principal preocupación debe ser controlar la propagación y asistir a los más vulnerables, en una pandemia que cambia la vida en sociedad.
En esa dirección está el gobierno de Alberto Fernández, luego de que el ministro de Salud, Ginés González García, minimizara días atrás el impacto en el país.
La grave coyuntura sirvió para abroquelar la gestión de los Fernández, que había comenzado a mostrar las primeras grietas en el equipo del Frente de Todos por la falta de resultados en el terreno económico.
Los “cisnes negros” provocarán pérdidas multimillonarias. El abismo es hoy insondable. Los analistas advierten que la crisis puede ser más severa que la de las hipotecas subprime en 2008 o del crack financiero de 1987.
La crisis abroqueló al Gobierno, pero vienen seis meses críticos por el impacto del coronavirus y la crisis del petróleo.
El mundo tiene ahora un problema de oferta y otro de demanda. Hay sobreoferta de petróleo por la guerra que libran Arabia Saudita, Rusia y Estados Unidos, con implicancias geopolíticas.
El precio del crudo se derrumbó a entre 32 y 34 dólares, mientras que el millón de BTU de gas vale menos de dos dólares. Esos valores tornan inviable cualquier intento de explorar y explotar petróleo o gas no convencional en Vaca Muerta, uno de los motores que debía proporcionar los dólares para el pago de la deuda.
“El quebranto de petroleras no convencionales en Estados Unidos, apalancadas por fondos de inversión, podría alentar una crisis financiera”, apunta el economista José Simonella.
El otro motor es el campo, cuya próxima cosecha también es una incógnita a partir de la suba de las retenciones al complejo sojero y la protesta aún no resuelta de los productores. Hay una sobreoferta de granos en el mundo por una menor demanda.
Una merma en el campo y por el petróleo, así como en el turismo externos y los espectáculos, supone un menor ingreso de dólares y una caída más fuerte de la actividad.
La industria y otros sectores económicos reclaman un plan de emergencia del Estado para evitar la quiebra o el cierre temporal de cientos de empresas, que golpearía aún más al empleo.
Pero el Gobierno tiene escaso margen para una mayor emisión de pesos. Más dinero en la calle podría disparar la inflación o que esos fondos busquen refugio en el dólar, que también actúa como un termómetro de los precios.
La caída de la economía por tercer año consecutivo impactará en forma negativa en los ingresos del Estado en sus distintos niveles.
La renegociación de obligaciones por 68.842 millones de dólares es una gran incógnita.
“Además de la deuda, son necesarias respuestas contundentes sobre la inflación, el gasto público, la presión impositiva, hasta ahora con respuestas sin convicción, junto a un respeto a la Justicia y el castigo a la corrupción”, enumera Manuel Tagle, del grupo de las seis entidades cordobesas (G-6).
Nos espera un largo otoño-invierno, hasta que nos abandone la bandada de cisnes negros.