Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en...
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Por Eugenio Gimeno Balaguer. Estos son los interrogantes: ¿quién soy? ¿Cómo trabajar en lo que deseo? ¿Cuál es el propósito de la vida? ¿Qué es el amor? ¿Qué me hace feliz? ¿Cómo manejar las emociones?, ¿Cómo conseguir el cambio de actitud? … vivir el ahora, atraer la abundancia y tantas cosas que quieres conseguir y no sabes por dónde empezar… También hay sugerencias.
Y éstas son las más ofrecidas: “Tu coach motivacional te ayudará a conseguirlo”. Sucede que el coaching pretende incursionar en todo tipo de gestión.
Tal vez Sócrates fue el pionero y fundador del coaching. Él ideó un mecanismo de acompañamiento a quienes constantemente le seguían y le preguntaban sobre sí mismos y sobre las cosas que experimentaban.
Eurípides uno de los tres grandes poetas de la antigua Grecia, también en la consideración de remedios infalibles, se arriesgó a afirmar: “El agua de mar cura todos los males del hombre”. Más recientemente, Chökyi Lodrö en la búsqueda de la plenitud humana nos habla de la naturaleza del Dharmatá (que viene del sánscrito Dharma: conducta correcta, lo que mantiene o sostiene unido) al sostener: “En la naturaleza de las cosas no hay enfermedad”.
Parecen preguntas para los filósofos, pero las hace la gente y se contesta en la vida diaria con mayor o menor profundidad. El problema es que, quizás, nunca se las hace conscientemente, por lo que somos prisioneros de pautas infantiles, mandatos familiares, requerimientos sociales, publicidades subliminales y muchos otros etcéteras, sufridos en forma de estrés, ansiedad, depresión, miedos y enfermedades.
Todo esto dentro de una especial influencia de los problemas y polémicas del momento que dan un aire de realismo y lo que pasa “tuerce el destino que anhelamos”.
Estamos tomando conciencia del poder que tenemos para recrear nuestras vidas, pero “ayudar ingenuamente” puede causar más problemas que soluciones. Resulta difícil dejar que alguien que amamos se lastime o sufra, pero lo más probable es que necesite esa lección para madurar y darse cuenta de la capacidad que tiene; que descubra que hay otras posibilidades como escuchar, abrir oportunidades, atender al contexto, identificar recursos, despertar el entusiasmo, elevar la autoestima y mostrar el potencial.
En las organizaciones, surge la figura que se conoce como el “coach de estrellas”, con funciones de formador de talentos y director de entrenamiento en el campo, estimulando el trabajo en equipo, diseñando estrategias con él, participando en las tácticas operativas y anticipando los movimientos del mercado y, en especial, de la competencia.
¿Dónde lo encontramos?
Existen más de lo que uno imagina, si profundizamos el desarrollo de las empresas exitosas, que encontraremos, tal vez en las sombras, a estas personas, que con muy alta capacitación y muy bajo perfil dirigen equipos en muchos lugares del mundo.
El coaching se ha fortalecido como sistema, tiene muchas funciones implícitas y dentro de ellas, múltiples herramientas e instrumentos de apoyo para que los nuevos gerentes puedan realizarlas convirtiéndose en el coach de la dirección y movilización de su grupo. También sucede en los gobiernos y hay casos destacables en algunos países.
Pero en cada uno está la facultad que es una posibilidad que puede o no ejercitar. Depende de uno la dirección y el mantenimiento de la acción; en el caso concreto de la gestión de su propia vida o de cualquier otro tipo de gestión, se puede asumir decidir o se puede asumir durar, es decir, tomar decisiones o permanecer calentando la cama o el asiento e intentar “llegar a fin de mes”, lo que es claro es que quienes “reciben estos remedios” desean seguir el ejemplo, no las palabras, y ser es tan o más crucial que hacer, por eso un buen coach tampoco es fácil de encontrar.
Deseo compartir este cuento que aúna el aprendizaje, el coaching y las circunstancias:
Una vez un campesino chino, pobre y muy sabio, trabajaba la tierra duramente con su hijo.
El hijo le dijo un día: «Padre, ¡qué mala suerte! el caballo se ha marchado.»
«¿Mala suerte? -dijo el padre-, veremos lo que trae el tiempo…»
A los pocos días el caballo regresó, acompañado de otro caballo. «¡Padre, qué buena suerte! -exclamó, esta vez el muchacho. «Nuestro caballo ha traído otro caballo «
«¿Buena suerte? -dijo el padre- «veamos lo que trae el tiempo.»
En unos cuantos días más, el muchacho quiso montar el caballo nuevo, y éste, se enfureció y lo arrojó al suelo. El muchacho se quebró una pierna.
«Padre, qué desgracia! – dijo el muchacho. Y el padre, sentenció: «¿Mala suerte? Veamos lo que trae el tiempo!»
El muchacho se quejaba en su cama y a los pocos días pasaron por la aldea los enviados del rey, buscando jóvenes para llevarlos a la guerra. Vinieron a la casa del anciano, pero como vieron al joven con su pierna entablillada, lo dejaron y siguieron de largo.
La obvia moraleja de este antiguo cuento chino es que las circunstancias son cambiantes, y es tan paradójico su desarrollo, que muchas veces lo aparentemente desfavorable se hace favorable, y viceversa.
Nos invita a estar atentos, cultivar la paciencia, vivir en el presente y confiar en que todo sucede con un propósito mayor para nuestras vidas.
Es decir manejar la impaciencia, la ansiedad y el control de aquellas cosas que están más allá de nosotros, y ocuparnos de aquellos asuntos que realmente dependen de nuestra voluntad y de nuestro hacer, y no apegarnos ni a la aparente desgracia ni a la aparente fortuna, porque como también dijo un gran pensador: Yo soy yo y mi cambiante circunstancia.