Por Juan Turello. El buen momento de la Argentina en los mercados financieros y las palabras de...
El Banco de Córdoba (Bancor) se consolida como una de las entidades financieras más competitiva...
Por Juan Turello. El buen momento de la Argentina en los mercados financieros y las palabras de...
Ante la próxima temporada de verano, que asoma difícil para el turismo local por la baja precio...
Por Gastón Utrera. El Índice de Actividad Económica en Córdoba (IAEC), elaborado por la...
Suscribite al canal de Los Turello.
Por Claudio Fantini. Fue una mezquindad de la prensa y la política. Los diarios que habían sentenciado la culpabilidad de Fernando de la Rúa en el caso de las presuntas coimas en el Senado, no se movieron de su posición ante el fallo que terminó sentenciando lo contrario.
Aunque se sostenga la decisión de dudar sobre lo que realmente pasó en la antesala de la aprobación de la flexibilización laboral durante el gobierno de la Alianza, al menos correspondía explicar por qué la justicia declaró la inocencia de los imputados.
Nada evidenciaba más debilidad y soledad política que ese grupo de personas sentadas en el banquillo de los acusados. Estaban derrotados por un cúmulo de circunstancias. Ningún juez tenía nada que ganar con un fallo a contramano de la opinión pública. La situación tentaba de muchas formas a la demagogia judicial. Sin embargo, la decisión de los jueces marchó en sentido contrario.
En ese terreno, el de la opinión pública, De la Rúa y los demás implicados estuvieron condenados desde el primer momento.
A Chacho Alvarez se le cuestionó la renuncia por haberse apartado de la sucesión, pero no por poner en duda la razón que dio aquel vicepresidente para justificar el sismo institucional que provocó.
La visión dominante en la prensa y en la sociedad, es que Alvarez estaba en lo cierto sobre la existencia de las coimas y no que usara la cuestión como excusa para huir de un gobierno económicamente condenado, cuando ya era evidente el fracaso de Cavallo, por cuya incorporación él tanto había bregado
Había sido evidente que Chacho Alvarez fue tan o más partidario de la convertibilidad como su compañero en la fórmula presidencial. Pero se dio por hecho que, si bien errónea, a la decisión de la renuncia la tomó por el tema de las coimas.
Lo lógico habría sido que, tras el fallo, los medios reabrieran el debate sobre aquel quiebre institucional. O al menos preguntar por qué una justicia donde abundan los fallos que dejan grandes dudas y que siempre remolonea y demora cuando se trata del poder, en este caso se perdió la oportunidad de fallar para la ovación de la opinión pública, condenando a los miembros de un gobierno que había fracasado.
Igual que en los políticos que llevaban años apostando a esa condena, correspondía en la prensa un análisis con más humildad y también autocrítica. Pero no hubo nada de eso.■