Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en...
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Por Juan Turello. En menos de dos semanas, Mauricio Macri cumplirá un año en la Presidencia. Al igual que en la inolvidable película «La comezón del séptimo año«, el macrismo no sabe si seguirá siendo fiel a los principios de la campaña o deberá apelar a recetas más heterodoxas para ganar en 2017, señala mi nota en La Voz. Tampoco se sabe si seguirá en pie la alianza Cambiemos.
La comezón empezó por la economía, que cumplirá 12 meses en recesión, pese a la promesa del “segundo semestre” y a la “lluvia de inversiones”. Ni lo uno, ni lo otro.
Hay un sector de los trabajadores, enrolados en los gremios estatales e industriales, que le pasa factura a Macri porque la recuperación del empleo no se concretó y la inflación le quitó al salario poder de compra entre seis y ocho puntos (inflación de 40 por ciento versus paritarias de entre 32-34 por ciento).
Aunque hay núcleos empresarios que aplauden las decisiones tomadas (la salida del cepo; el acuerdo con los fondos buitre y la eliminación de retenciones), existen otros grupos que advierten que el tipo de cambio deprimido alienta las importaciones y no permite ganar mercados externos.
“Para ser competitivos, se necesitan salarios a 600 dólares” (por debajo de los 10 mil pesos), comentan en estricto off the record. Los sueldos industriales duplican y hasta triplican esa cifra. Aun así, esos salarios apenas permiten un mínimo nivel de vida. “La Argentina es un país caro”, completan. Ejemplos sobran: alimentos, ropa, electrodomésticos, tecnología y hasta en turismo.
Macri no tuvo la suerte de Néstor Kirchner que llegó al Gobierno luego del tremendo ajuste que aplicó Eduardo Duhalde. Ahora, los precios de los granos bajaron y Brasil se derrumbó.
Para colmo, el frente externo se complicó: con Donald Trump, el proteccionismo (cierre de los mercados) le ganará a los acuerdos de libre comercio; la tasa de los bonos norteamericanos subirá en diciembre (crédito más caro para la Argentina) y el dólar se fortalecerá.
Devaluación, inflación y pérdida del salario real derrumbaron el consumo. Las tasas reales de las Lebac absolvieron la poca inversión que estaba dispuesta a concretarse. El escándalo en torno de las tarifas de energía generó incertidumbre.
Es posible que, al cabo del primer año, Macri sea infiel a sus creencias y aplique la receta “Pro-pulista”, por la demora en las inversiones y la llegada de las elecciones.
Pero hay empresarios que ven una esperanza. “Si Estados Unidos y Europa le cierran las puertas a China, será más fácil negociar con ellos, que van a necesitar materias primas, vender su producción y colocar sus inversiones”, razonan.
Isabel Martínez, titular de la cámara de los metalúrgicos, brindó un mensaje esperanzador en el cierre del año de ese sector. Expresó su dolor porque el Clio dejó de fabricarse. Fue el auto de mayor producción de Renault en su historia y de mayor integración de autopartes nacionales. Pero abrió una puerta: desde 2018, se ensamblarán en Córdoba tres pick ups y otros modelos de las marcas francesa e italiana.
Fernando Reyna, del Grupo Edisur, apuntó: “(Roberto) Lavagna hizo un daño terrible con sus críticas. Los dirigentes debemos dar esperanzas al pueblo”, dijo al presentar nuevas inversiones.
La recesión colocó a Macri en una encerrona: lo critican gremios y empresarios.
Es posible que, al cabo del primer año, sea infiel a sus creencias y aplique la receta “Pro-pulista”, por la demora en las inversiones y ante el desafío electoral. Algunas “infidelidades”: lanzó el programa Ahora 18; destinará 30 mil millones para los planes sociales y admitirá un alivio en el Impuesto a las Ganancias para los sectores medios (corre detrás de Sergio Massa).
Mientras, espera que el campo y la obra pública derramen sus mieles. Los otros cambios deberán esperar al resultado de la elección legislativa.