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Por Juan Turello. Dos décadas después de que el “Consenso de Washington” dominara las decisiones políticas y económicas, hoy Latinoamérica parece correr tras el “Consenso de Beijing”. Sus grandes principios no han sido escritos, pero están implícitos. Y provocarán grandes cambios en los países. Así comienza mi nota en la edición dominical de La Voz del Interior.
¿Cómo le irá a la provincia de Córdoba?
En los ‘90, tras la crisis de la deuda externa, la región se encolumnó detrás de las políticas que alentaron el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, bajo la influencia de Washington. Proponían un Estado sin déficit, concentrado en el desarrollo de la educación, la Justicia, la seguridad y la salud pública, permitiendo al capital privado que actuara en un mercado caracterizado por desregulaciones y privatizaciones. Los déficits públicos y la concentración que trajo la globalización tiraron por la borda “el efecto cascada” que produciría el mayor crecimiento, que sí existió para ciertos grupos.
Ahora, la crisis del petróleo -cayó 55 por ciento en pocos meses- golpea con fuerza en la región. Los incurables déficits públicos obligan a buscar nuevas fuentes de financiamiento. Y allí está China, con su billetera llena de dólares y, a la vez, necesidades crecientes de materias primas para alimentar a su población, como así también, para dar vida a sus industrias y ocupación a las nuevas clases urbanas. China importa productos primarios y vende bienes industriales. Y quizá sea éste uno de los grandes temas de debate sobre el nuevo “Consenso de Beijing”.
❝Los incurables déficits públicos obligan a buscar nuevas fuentes de financiamiento. Y allí está China, con su billetera llena de dólares❞.
La peregrinación en busca de yuanes ya incluyó a Brasil, Venezuela y Ecuador, que acaba de recibir un auxilio de más de 5.100 millones de dólares. Argentina fue pionera al celebrar un swap (intercambio de monedas) por 11 mil millones, de los cuales ya efectivizó más de 2.100 millones. Cristina Kirchner irá a Beijing a mediados de febrero, con la expectativa de que los chinos comiencen a desembolsar los fondos para las represas en el sur, que aliviarán las alicaídas reservas del Banco Central. La capital china ya había recibido a Néstor Kirchner en 2004, y a De la Sota, en 2005.
¿Qué papel podrá jugar Córdoba en el nuevo escenario? “Tenemos una gran oportunidad en desarrollar una agroindustria potente, pero necesitamos reglas de juego claras y permanentes”, comenta Ercole Felippa, vice de la UIC y titular de la cooperativa Manfrey, que está probando un nuevo sistema de generación ante otra dilación en el gasoducto lechero. “La diferencia de costos con el fuel oil es de seis a uno”, explica, entusiasmado en ganar competitividad. “Las industrias del interior del interior tenemos serios problemas de infraestructura”, recuerda siempre Rosana Negrini (Agrometal), de Monte Maíz.
El temor es que los chinos se apropian rápidamente de la tecnología. La fábrica de maquinaria agrícola Apache acaba de instalarse en China, en tanto la cordobesa Facyt está a punto de celebrar un convenio similar. Varios empresas de alimentos han sido interesadas para llevar a cabo emprendimientos similares. Córdoba exportó a China por 1.061 millones en 2013, según el Indec.
La contracara son los compromisos políticos que podría adoptar la Argentina, que se desconocen en su real magnitud más allá de la estación meteorológica espacial en Neuquén, y los cambios en las relaciones laborales y sociales, aún incipientes.
La dirigencia política debe comenzar a hablar con claridad de estos temas. Los “consensos” requieren siempre del apoyo de la sociedad.