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El kirchnerismo tuvo ayer las dos mejores noticias en el año, que lo vuelven a poner en carrera con vista a la próxima campaña electoral. Luego de meses de pelear con la Justicia, incluso después de denunciar al “partido judicial”, Rafecas salvó a Cristina Kirchner de la imputación de Nisman por la AMIA.
El fallecido fiscal, cuya denuncia fue proseguida por su colega Gerardo Pollicita, había acusado a la Presidenta, al canciller Héctor Timerman y a caracterizados miembros del kirchnerismo de encubrir el atentado a la mutual judía, mediante el memorando de entendimiento con la República Islámica de Irán.
Ayer, el juez Daniel Rafecas –sin poner en marcha el casi centenar de medidas de prueba que le había pedido el fiscal Pollicitas- desestimó las acusaciones. El fiscal apelará ahora ante la Cámara de Casación.
En lo político, además, la Presidenta se desprendió de Jorge Capitanich como jefe de Gabinete, quien había llegado a ese cargo con la expectativa de ser un presidenciable del kirchnerismo. La estrategia oficial y errores propios desgastaron su figura. Capitanich retorna ahora como gobernador de Chaco (se encontraba en uso de licencia) y anticipó que en los próximos comicios peleará por la intendencia de Resistencia.
Su puesto será ocupado por Aníbal Fernández, el funcionario más dotado para la guerra verbal que propone el oficialismo ante las denuncias y los problemas que muestra la economía, con caídas en la industria, en las exportaciones y en las economías regionales.
Como secretario general fue designado Eduardo “Wado” De Pedro, un diputado camporista con buena llegada a Máximo Kirchner y figura clave para la estrategia del Gobierno ante jueces y fiscales díscolos en el Consejo de la Magistratura.
Un cambio que pasó prácticamente inadvertido es el del ministro de Salud, con el regreso a Tucumán del saliente Juan Manzur y la promoción de su vice, Daniel Gollán, también de buenos vínculos con el camporismo.
La resolución de Rafecas y el cambio político le han dado un nuevo empuje a Cristina Kirchner –el acto de asunción de los ministros se pareció a un acto electoral-, que llega fortalecida para el discurso del próximo domingo, el último que pronunciará ante el Congreso para inaugurar el período ordinario de sesiones.