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Por Juan Turello. La negociación de deuda pública por 67 mil millones de dólares está en un segundo plano por la cuarentena del coronavirus. La pandemia preocupa a millones de argentinos por su impacto en la salud y en la economía, señala mi nota en La Voz, actualizada con los últimos datos sobre las tratativas abiertas.En perspectiva, el acuerdo o el default por la deuda tendrá más gravitación sobre la vida cotidiana, los agentes económicos y la política que los efectos de la plaga, pese al lamentable saldo de contagiados y muertos. Y definirá el perfil del país, al menos en el mandato de Alberto Fernández.
La oferta del ministro Martín Guzmán goza del apoyo del Fondo Monetario Internacional (FMI), de gobiernos europeos y de economistas internacionales y locales, quienes no adscriben a la ortodoxia académica.
Pero los apoyos y las bajas tasas previstas en la pospandemia no conmovieron a los grandes fondos de inversión. La aceptación del canje ronda hasta ahora el 20%.
Argentina propone una quita de 5,4% del capital, que no genera mayores reparos, y del 62% de los intereses, el eje de la discusión con los acreedores. Los nuevos títulos rinden 0,5% el primer año, pero con un período de gracia de tres años. Los fondos piden llevar esa oferta a 1%, que implicaría un desembolso extra de 3.000 millones de dólares.
Si hay default, las consecuencias serán más visibles en el segundo semestre, luego de la brutal caída de la economía desde mediados de marzo por efecto del coronavirus y la crisis de demanda previa.
Los números de la caída económica asustan. El retroceso habría alcanzado a entre 10 y 15% en abril; para mayo sería del 10%.
Para Orlando Ferreres, una voz respetada en ambientes empresarios, la economía retrocedería este año 7,5%; Martín Guzmán proyecta 6,5%, y el FMI, 5,7%. El país completará tres años de retroceso, una recesión pocas veces vista en su historia.
Los números asustan. Hasta Marco Lavagna, titular del Indec, reconoció que “el panorama es realmente muy malo”, en una videoconferencia ante más de 200 empresarios cordobeses el miércoles último.
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La encuesta de Giacobbe & Asoc. revela que “el 80% admite tener alguna merma en sus ingresos familiares; casi el 30% se quedó sin nada, producto de la crisis y del enfriamiento de la actividad”. La muestra –realizada a fines de abril- señala que casi el 56% advierte que «no soportará otro mes de parate económico”.
Si Argentina cayera en default por novena vez, el acceso al crédito será más difícil para el Gobierno, para el sector privado y para las futuras negociaciones, indicó el Grupo de las Seis entidades de mayor representación en Córdoba.
La respuesta está en la decisión que adopte Alberto Fernández sobre la deuda, hoy en segundo plano por las urgencias de la cuarentena.
La Provincia debe renegociar 114 millones de dólares este año, y unos 1.800 millones por los vencimientos futuros. El default del país no ayudaría, y complicaría las finanzas locales.
Un sector del Gobierno alienta la cesación de pagos bajo la premisa de que surgirá un nuevo orden global tras la pandemia, con numerosos países en cesación de pagos, y con la idea de que China ganará posiciones en relación con Estados Unidos. Hoy, un pronóstico incierto.
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Los ideologismos no son buenos conductores en medio de una crisis, menos para la Argentina que necesita del crédito y de las exportaciones para volver a crecer.
Salvo, que se elija el modelo de un país cerrado, más empobrecido y conducido por un Estado enorme, pero ineficiente, como muestran otras experiencias latinoamericanas.
La respuesta está en la decisión que se tome sobre la deuda, hoy en segundo plano por las urgencias de la cuarentena.