Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en...
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Por Rosa Bertino (Periodista especializada en temas de Espectáculos). La palabra cultura, a menudo confundida con (buena o mala) educación, no se nos cae de la boca. «Nos falta cultura alcohólica», «futbolera», «callejera» y, ni hablar, de la «cultura laboral». Y a menudo nos preguntamos…
… dónde y cómo tiene lugar ese proceso
¿En la casa, en las aulas, en teatros o estadios? Esos ámbitos son relevantes. Pero hace rato que hemos dejado de lado el rol de los medios masivos, como gestores culturales. Ellos mismos han dejado de verse así, sujetos como están al ingreso publicitario y al dictado de las mayorías. Hoy por hoy, las radios y la televisión abierta dan calambre. Son un muestrario de malas costumbres, y ninguna ley de medios parece dispuesta a regular ese aspecto.
De ahí que resulte muy significativo el proyecto de la ex alcaldesa de San Pablo y actual ministra de Cultura de Brasil, Marta Suplicy, ya aprobado por Dilma Roussef. Desde que se ligó al argentino Felipe Wermu (quien usa seudónimo, al igual que sus hermanos el político Jorge Altamira y el periodista Ismael Bermúdez), a Suplicy se le prende la lamparita a cada rato. Los cinco años que estuvo casada con el consultor Luis Favre (tal el seudónimo), le bastaron para afianzar su carrera.
En lugar de Fútbol para todos (cosa que tienen con creces, al igual que carnavales y batucadas), Brasil impulsará un programa de “televisión para todos”. Consiste en el “vale cultura”, una suerte de ticket canasta con el cual el trabajador dispondrá de unos 50 reales por mes para gastar en artes y espectáculos. Pero se descuenta que la mayoría lo utilizará para instalar la TV por cable. Según la ABTA (Asociación Brasileña de TV Paga), sólo 27% de esos hogares dispone de ese servicio.
Ergo, la dirigencia brasileña considera que el cable es “mucho mejor” que el aire, en materia informativa y educativa. Acá, en cambio, también hay una pulseada para instalar televisión digital, que garantizaría una cobertura más amplia y gratuita, incluso en zonas distantes. Pero la pregunta es si los circuitos cerrados de radio o TV logran elevar el nivel cultural. Con 8.537.728 hogares abonados al cable, la Argentina es un país récord en la materia (datos 2012 del Consejo Latinoamericano de Publicidad en Multicanales / LAMAC). Equivale a más del 70% de la población.
Aún poniendo buena voluntad, no se nota que la media poblacional sepa ver un cuadro, escuchar un concierto, cruzar la calle, ceder un asiento o comportarse civilizadamente en una cancha de fútbol. Porque cultura es todo eso, y más también.