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El análisis del sector externo realizado por el Instituto de Economía del Consejo Profesional de Ciencias Económicas (CPCE) de Córdoba concluyó con dos alertas: siguen las restricciones al dólar para el ahorro de las familias y Brasil aún no crece tanto como se esperaba para sostener la recuperación argentina.
«Brasil mantiene su moneda sobrevaluada y eso permite a la Argentina soportar el atraso, pero, a su vez, complica el crecimiento y afecta las exportaciones», explicó la economista Mary Acosta. Planteó que el ritmo de devaluación del dólar oficial en la Argentina continuará acelerándose y que seguramente llegará a fin de año a los 6 pesos previstos por Guillermo Moreno. Sin embargo, desechó cualquier posibilidad de que se restaure la alternativa de que los argentinos puedan comprar divisas como forma de ahorro. Esto porque «la alta inflación y emisión empujan a la gente hacia el dólar», apuntó Guillermo Pizarro, de la Comisión Asesora de Economía. «Si se produjera una apertura de la venta, se produciría una corrida fenomenal hacia el dólar», completó Acosta.
Acosta subrayó que las restricciones impuestas por el Gobierno a las importaciones permiten un resultado positivo de la balanza comercial (exportaciones menos importaciones), que en 2012 tuvo un superávit de más de 12 mil millones de dólares. El déficit energético es uno de los grandes problemas como también lo son las perspectivas de Brasil que se moderan a la baja. “Hay que trabajar fuerte para revertir la alta dependencia externa del sector industrial, concentrar y focalizar el esfuerzo”, resumió.
La decisión del Gobierno de eliminar las licencias no automáticas “simplifica” los trámites, “pero el comercio exterior seguirá fuertemente administrado”. La percepción del Instituto es que habrá más permisos para la entrada de bienes para la industria, ya que la necesidad de reservas es menor que en 2012 puesto que hay menos vencimientos.
Entre los principales compradores de productos argentinos, Brasil y China son los que más crecieron en la última década, aunque el segundo destino tiene un comportamiento más errático, ya que tiene una fuerte dependencia de la disponibilidad de cosecha argentina.