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Por Juan Turello. Miguel Acevedo, flamante presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), no perdió la sencillez con la que hablan los hombres del interior. Sin palabras edulcoradas, Acevedo –miembro de la familia Urquía, que controla Aceitera General Deheza (AGD)- definió con claridad qué está pasando en la economía.
“Hay un crecimiento amarrete; el consumo aún no se recuperó; la agroindustria está bien; el dólar está bajo y la principal preocupación es la inflación”, señaló. Contundente.
“Es lo que hay”, diría un refrán popular, señala mi nota en La Voz.
El ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, reconoció que “la principal oferta electoral no será la de la economía, sino la recuperación de las instituciones, la salida del cepo, el acuerdo con los holdouts y la vuelta al mundo”. Sincero.
“Si el Gobierno gana (las elecciones legislativas) será por razones políticas, no económicas; mucha gente no quiere volver atrás”, completa Eduardo Fidanza, titular de la consultora Poliarquía.
Es que el consumo apenas saldrá de su siesta tras el cierre de las paritarias de los gremios más numerosos, la recuperación en el campo y de la obra pública, que empujó la mejora de la construcción en abril: 10,5 %. La industria acumula 14 meses de retroceso: abril, 2,3.
Los productores agropecuarios venderán parte de la cosecha para pagar las deudas y volver a sembrar. Los actuales precios aconsejan esperar hasta que el dólar se mueva hacia fin de año (en torno de los 18 pesos, según analistas) y, por ende, aumente el valor de lo que se guarda en los silos. Cosecha récord, con liquidaciones moderadas.
El gobernador Juan Schiaretti anticipa que el resultado de los comicios no modificará sustancialmente la relación de fuerzas en el Congreso, en el que el macrismo seguirá necesitando del apoyo de los mandatarios justicialistas para evitar que el kirchnerismo imponga conceptos que sólo siguen vigentes en Venezuela.
El mundo cambió y el progresismo latinoamericano no lo advirtió. Los anteriores gobiernos de la Argentina, Brasil y México no lograron desterrar la pobreza ni enfrentar los desafíos de empleo que plantea un mundo cada vez más robotizado e informatizado. La salida fue el empleo público, que también crece con Macri.
Mayo fue una buena noticia para la administración de Mauricio Macri en cuanto a los indicadores económicos. La suba de precios se ubicaría por debajo del 1,8 %, con un incremento de 24 % en los últimos 12 meses. La inflación se mantendría en el segundo semestre en torno del 1% mensual.
¿Alcanzan como sensación de bienestar los últimos datos económicos? Algo, pero mejora la percepción con el Gobierno, que pondera la recuperación de la actividad en marzo y abril.
Es cierto que Macri carece del contexto externo favorable del que gozó el kirchnerismo en sus años de gloria. La soja llegó a cotizar por encima de los 600 dólares la tonelada. Ahora, por debajo de los 340 dólares. Brasil era el motor de Latinoamérica. Ahora, la tibia recuperación de los primeros meses podría derrumbarse por las dudas sobre Michel Temer.
El 34% de las exportaciones industriales argentinas van a Brasil. Una caída de un punto en el vecino país, implica un retroceso de 0,25 % en el PIB argentino, advierte el economista Dante Sica.
La canciller alemana Angela Merkel, al frente de la tercera potencia económica, vendrá dentro de algunas semanas. Macri acaba de visitar China y Japón, y hacia fin de año la Argentina será sede de las reuniones internacionales del trabajo y preparatoria del cónclave de los 20 países más desarrollados (G-20), que sesionará en 2018.
A Macri le va mejor afuera que adentro. Para lo que vendrá, basta el certero diagnóstico del presidente de la UIA.