Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en...
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Por Juan Turello. Los responsables de políticas de salud estallaron el viernes a media mañana. Los medios de comunicación reflejaban colas interminables de jubilados -el grupo de mayor riesgo-, quienes pugnaban por sus haberes sin las condiciones adecuadas para evitar un posible contagio del nuevo coronavirus. Fue un grave error convocar a cientos de miles de personas una misma jornada, señala mi nota en La Voz.
Todo sucedía en medio del debate aún no saldado entre “sanitaristas”, que privilegian la cuarentena sobre cualquier otro tipo de medidas, y “productivistas”, que alientan la salida gradual del aislamiento para evitar una fuerte caída de la economía, que luego se traslade a la salud.
Quizás la mejor síntesis sobre el dilema la efectuaron los economistas José Siaba Serrate y Agustín Redonda en una nota periodística. “Si hay un muerto que el sistema de salud no se puede permitir, es la economía”.
El debate también golpea en la interna del Gobierno nacional. Es posible que el comercio en sus distintas formas, a través del delivery, regrese el lunes 13, y cierta obra pública –llamada en la jerga sectorial “cordón cuneta”- también podría liberarse, según fuentes empresarias que dialogaron con funcionarios nacionales.
Los “sanitaristas” defienden que la cuarentena se prorrogue hasta el lunes 20 o hasta fines de abril, si la curva de contagios crece exponencialmente.
El Covid-19 es una cepa que se dispersó en una sociedad que viene de soportar 24 meses de recesión, en la que uno de cada tres argentinos es pobre, y –dentro de ese grupo- cuatro de cada 10 son indigentes, es decir, no consumen las calorías mínimas, según el Indec.
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Los diversos planes anunciados por el Gobierno nacional no parecen satisfacer en su totalidad a las micro, pequeñas y medianas empresas (MiPymes).
Los MiPymes apuntan contra la burocracia y la falta de colaboración de los bancos, en especial, los de capital extranjero.
La cadena de pagos está a punto quebrarse por la falta de ventas, lo que torna imposible pagar salarios y cheques. Aquí juega un papel clave el financiamiento de los bancos.
La Federación Comercial de Córdoba (Fedecom) le puso fecha al certificado de defunción. Si esta situación persiste, las empresas del sector podrán soportar sólo un mes más de angustia; muchas de ellas, un menor tiempo.
Este escenario golpea a los integrantes de la clase media que se desempeñan en los servicios, la industria y el comercio. Este grupo sectorial es el que alimenta, a su vez, a millones de personas que ejercen diversos oficios en el mantenimiento del hogar y del automóvil, en los deportes y en el entretenimiento.
Alberto Fernández, cuya imagen positiva creció en medio de la pandemia, concentra sus energías en atender las demandas del conurbano bonaerense, donde reside el mayor aporte electoral a su gobierno. Y en defender a ciertos gremialistas, Hugo Moyano, por caso, cuya actitud es clave para la logística cuando ciertos municipios y provincias ya colocaron barreras de ingreso.
No es bueno que el Presidente se pelee con los empresarios o deslice intentos de intervención, como sucedió con el proyecto de estatizar la salud privada.
Los esbozos para el día después debieran incluir cómo alentar la producción –el capital privado es fundamental- y en contener la demanda que sobrevendrá por la fuerte emisión de pesos que realiza el Banco Central, con riesgo de una hiperinflación.
En caso contrario, la noche del coronavirus puede ser larga, y la manta, corta, como concluyen Siaba Serrate y Redonda.