Por Rosa Bertino.Radios y canales abusaron del brutal homicidio de la estudiante porteña. Sin embargo, es lícito preguntarse si los medios promueven el sensacionalismo, o simplemente complacen al público.

 Quién está primero, ¿la tele, o el público? 

Mala época para los medios masivos, hoy víctimas de su propia medicina. La desesperación por el rating les hace apelar a recursos infames, como si anhelaran que ocurra una tragedia. La cobertura del asesinato de Ángeles Rawson fue francamente abusiva, y probablemente marque un punto de inflexión. Las radios y canales porteños decían cualquier cosa, con tal de largar una (supuesta) primicia y ganar audiencia.

Algo muy similar a lo que ocurrió con la desaparición de Candela Rodríguez Labrador. O cuando Estefanía Heit, periodista de Coronel Suárez, fue acusada de secuestrar y torturar a Sonia Molina. Cabe decir que, al día de la fecha, todos los imputados por la muerte de la pequeña Candela están en libertad. Y que Heit sigue presa, pero la defensa confía poder demostrar que la realidad está muy lejos de lo que mostró el “circo mediático”.

Días pasados, el Foro de Periodistas Argentinos (FOPEA) llamó a la reflexión, «a los directivos y periodistas en general». El comunicado sostiene que el rating “no puede ser la justificación de una cobertura tan extensa, con tan pocos datos certeros”, en alusión al caso Rawson.

El documento trascendió a través de las redes sociales.

La debacle de la TV por aire es más que notoria. Y no sólo en Argentina. Pero acá la pantalla gira alrededor de un par de figurones y programas que, con suerte, cambian los decorados y la apertura. Los contenidos son iguales a los de hace 10 ó más años:

■ Susana Giménez vuela tan bajo, que se tiene que contentar con tenerla a Karina Jelinek, que las va de mujercita inocente de las andanzas de su marido.
■ “Chiche” Gelblung y Mauro Viale se disputan el podio del cinismo y obligan a sus movileros a “inventar” con tal de llenar.
■  Las novedades como Splash o El diario de Mariana (Fabbiani) son vulgares remedos de la Tv norteamericana. Allá hace rato que se tiran a la pileta o juegan con sifones.

Sin embargo, es fácil cargarle las tintas a la televisión, y a las radios centrales. Mucho más difícil es deslindar dónde termina el público y empiezan los medios, o viceversa.

El brutal homicidio de la estudiante de 16 años fue motivo de comidilla en todos los círculos sociales. No se hablaba de otra cosa. Muchos conocían al dedillo las circunstancias, identidades e hipótesis que luego resultaron totalmente infundadas.

Hasta hoy tenemos derecho a preguntarnos si la imputación y cárcel de Facundo Macarrón, hijo de Nora Dalmasso, obedeció a una pista cierta, o a la necesidad de encontrar algún culpable.

La presión mediática es muy grande. Hasta que todo se olvida, o pasa a segundo plano.

Redacción Turello.com.ar

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