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Por Claudio Fantini. Nicolás Maduro parece dispuesto a darle la razón a Leopoldo López y al ala dura de la oposición, en la disputa que tenían con el líder de los moderados, Henrique Capriles. La trilogía López–María Corina Machado–Antonio Ledesma propiciaba las protestas callejeras hasta la renuncia del presidente chavista. Pero el gobernador del estado de Miranda se aferraba al cumplimiento de la ley, aunque se trate de la Constitución bolivariana promovida por Hugo Chávez. Por eso propuso esperar que se cumpla la mitad del mandato, para promover el referéndum revocatorio tal como lo estipula la carta magna.
Para Leopoldo López, no servía apostar a la institucionalidad porque el régimen jamás cumpliría con la ley si esto le implicara perder el poder.
Con López en la cárcel militar de Ramo Verde, Ledesma en prisión domiciliaria y Machado expulsada de un congreso que la última elección dejó en manos opositoras, se arribó finalmente al momento de implementar el referéndum revocatorio con el cual los venezolanos podrían destituir al presidente.
A las firmas para cumplimentar el primer paso hacia la votación, se las juntó en tiempo récord y por encima de lo requerido. Pero Maduro empezó a mostrar que va a jugar sucio. Igual que ocurrió en el referéndum sobre una reforma constitucional que perdió Hugo Chávez en el 2007 (quienes firmaron el petitorio para habilitar la votación fueron marcados por el Estado y muchos perdieron sus empleos públicos o sufrieron hostigamientos).
Ahora Nicolás Maduro amenaza públicamente y sin tapujos, diciendo que cada firmante tendrá que presentarse a certificar personalmente su firma, y quienes ocupen cargos en el Estado serán cesanteados de inmediato.
❝El gobierno venezolano, encabezado por Maduro, no está dispuesto a aceptar la regla que impone la Constitución elaborada por el mismísimo Hugo Chávez❞
El gobierno venezolano no está dispuesto a aceptar la regla que impone la constitución elaborada por el mismísimo Hugo Chávez. El fundador del chavismo también incumplió su propia ley, pero meses más tarde hizo repetir el referendo que había perdido y dio vuelta el resultado.
Maduro ya le vetó ilegalmente, a la Asamblea con mayoría opositora, la ley de amnistía para sacar de la cárcel a Leopoldo López y otros cientos de presos políticos, la mayoría de los cuales son estudiantes que participaron en las protestas pasadas. Y ahora, por decreto, recortó las atribuciones que el cuerpo legislativo tenía cuando sus actuales miembros fueron votados.
A eso, el presidente venezolano suma su amenaza a los que firman el pedido de referéndum revocatorio, iniciativa que, si el gobierno logra retrasar unos cuantos meses, no podría poner fin al gobierno chavista e imponer elecciones anticipadas.
Sucede que la ley establece que si el referéndum se hace justo en el año de la mitad del mandato, el voto mayoritario puede destituir al presidente y hace adelantar las elecciones. Pero si se realiza en alguno de los dos últimos años del mandato, entonces de perder el presidente no cae el gobierno ni se adelantan las elecciones, sino que un vicepresidente designado por el mandatario destituido queda al frente del país hasta el última día del mandato que ha sido revocado.
El aluvión de firmas recolectadas a pesar de las amenazas de Maduro, permite pensar que el gobierno ya no podrá impedir el referéndum. Pero el presidente tiene muchos instrumentos para demorarlo y es ingenuo pensar que no los usará.
El plan A del chavismo es que Maduro concluya su mandato, mientras que el Plan B es que lo termine Diosdado Cabello, tan autoritario como el presidente actual, pero mucho más corrupto.