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Por Daniel Scandizzo. En estos días, que sellan el epílogo de un año que mostró todas las fotos posibles (desde el fervor del Mundial hasta el asedio de los buitres), se impone una frase: ❝Hay que atravesar 2015 y aguardar una mejora de las condiciones climáticas para el centenario de la Independencia❞.
Pues bien, entonces a las cosas, ¿cómo transitaremos el año que marcará la mitad de la década?
El consumo, lo que usted y yo gastamos cada día, es el principal componente del PBI de un país y, de su performance, depende la mayoría de las variables, no sólo económicas sino también sociales. Allí radica la importancia de su estimulación y seguimiento. La incógnita sobre su comportamiento genera expectativas, y también zozobras.
El especialista Guillermo Oliveto estima que 2015 no será 2011, año en el que hubo un boom de consumo, ya que el Gobierno no tendrá los recursos para lograr ese mismo efecto, pero es posible que nos aproximemos a 2013. Es decir, un escenario intermedio: no tan bien como en 2011, no tan mal como en 2014. Usted verá si esto lo conforma o le alcanza.
Permítame aportarle este dato: el Índice de Confianza del Consumidor, que elabora la Universidad Torcuato Di Tella, registró en noviembre una caída interanual del 12,5%.
¿Qué significa? Fácil: que las expectativas de los consumidores hacia el futuro son negativas. Pero no nos apresuremos: la confianza cae para los sectores de menores ingresos, mientras que para los de mayores ingresos, permanece estable.
❝El consumidor 2015: cauteloso y prudente, se afianza el hábito de la búsqueda de ofertas y un cliente más fiel a los precios que a las marcas❞.
Por otra parte, se presenta una situación curiosa, al ser consultados sobre la situación económica, los consumidores creen que mejorará; en cambio, la sensación es la contraria cuando son interrogados sobre su situación personal.
En suma, ¿qué podemos esperar para el cambio de almanaque en materia de consumo? Un comprador cauteloso y prudente, el afianzamiento del hábito de búsqueda de ofertas y un cliente más fiel a los precios que a las marcas.
Como verá, nada nuevo con respecto a lo que viene sucediendo. Sin embargo, algún condimento dulce hay: un gran número de consumidores está dispuesto a resignar ahorro a cambio de no perder calidad de vida y si las expectativas sobre la situación personal mejoran, aunque sea levemente, podrá decirse que 2014 definitivamente quedó atrás.
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