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Por Marcelo Capello. Cae el consumo masivo y de bienes durables. También la compra de bienes de capital. Están afectadas las exportaciones y las restricciones sobre las importaciones generan menor producción. ¿Qué factores externos o internos podrían ayudar a reactivar la economía?
Teóricamente hay varios candidatos, pero analicemos las posibilidades de cada uno.
■ Factores externos. Los dos que más inciden son el precio de la soja y nivel de actividad económica en Brasil. Por ambas vías, las perspectivas no son buenas: la soja cotiza como máximo a U$S 380 dólares para entre fines de 2014 y primer semestre de 2015, mientras Brasil empeora en lugar de mejorar su nivel de actividad económica, y no se visualizan perspectivas rápidas de recuperación.
■ Inversión extranjera directa. ¿Puede ayudar? No ha sido precisamente el punto fuerte de la Argentina en la última década, dada la visión política y los problemas de inseguridad jurídica. Sí podría aportar positivamente la atracción ejercida por Vaca Muerta, pero en esto incide la solución final al conflicto por la deuda, como el marco institucional y regulatorio que se diseñe para la inversión y explotación en energía no convencionales.
❝La única posibilidad de que cambien las expectativas sería logrando una solución al problema de la deuda❞.
■ Préstamos externos. Podrían resultar relevante, ya sea para financiar al sector privado como al público, en este último caso incluyendo a YPF y Vaca Muerta. Pero esta opción está muy ligada a la solución al conflicto con los holdouts. La sanción de la ley de pago soberano por el Congreso difícilmente pueda proveer una solución definitiva al asunto.
■ Recuperación del salario real, que reactive el consumo masivo. Con alta inflación y perspectivas de nueva devaluación, con la consiguiente suba de precios, esta solución luce improbable para 2014 y 2015. Será difícil recuperar salarios reales sin parar la inflación y mejorar la competitividad cambiaria.
■ Gasto público. Dado que todo aumento se financiaría con emisión monetaria, con inflación ya alta, lo más probable es que nuevas subas del gasto induzcan a mayor inflación (por emisión y por expectativas), y con ello se licuen el poder de compra y el consumo privado.
■ Más crédito. También es difícil que ocurra en contextos de alta inflación, y si es inducido por el Banco Central sobrevienen las mismas conclusiones que para la suba del gasto público.
■ La última carta. Finalmente, nos queda una última carta: que mejore la confianza y se reviertan así las expectativas de consumidores e inversores privados. Esta alternativa aparece como complicada con un Gobierno agobiado por problemas y en el tramo final de su mandato. Aunque seguramente este factor podría aportar positivamente en 2015 si se percibe que la futura administración genera confianza en los mercados.
Antes del recambio gubernamental, la única posibilidad de que cambien las expectativas sería logrando una solución al problema de la deuda, y con ello volver a los mercados internacionales de crédito. Si Argentina reingresa a los mercados de crédito, el impacto en el cambio de expectativas se notaría en el consumo y la inversión. Ésta, sería prácticamente la única forma de revertir o amortiguar la actual recesión.