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Por Daniela Cristina (Doctora en Economía, investigadora del IARAF). Con una elasticidad empleo-producto cada vez más baja y costos laborales en dólares crecientes, era imperioso llevar a cabo un cambio en el mercado laboral, tendiente a incrementar la productividad para mantener la competitividad y, por lo tanto, la creación de empleo según las altas tasas que se observaron años anteriores.
Pero esas medidas no se observaron y, en cambio, se verificó un drástico cambio en la política cambiaria, combinado con trabas paraarancelarias. Estas dos medidas generaron un sensible cambio en las expectativas, junto a ciertos inconvenientes en sectores muy dependientes de las importaciones para sus materias primas, de manera concomitante con una brusca caída en la actividad de un sector clave para la generación de empleo, como es la construcción.
Como resultado, se aceleró el descenso en la demanda laboral. En Córdoba, pasó de crecer al 50% en abril y mayo de 2011, a promediar 10% interanual a fines del año pasado. En 2012, se registra una franca caída de la demanda: en los últimos siete meses la baja interanual se ubica en torno del 40%.
Como resultado previsible, el empleo mostró tasas decrecientes, el número de desocupados aumentó, tanto en el total de aglomerados urbanos (incremento de casi 89 mil desocupados en comparación con el tercer trimestre de 2011), como en el Gran Córdoba en particular, donde hay 12 mil desocupados más que hace un año, en igual período.
En este punto resultan cruciales las medidas macroeconómicas que se adopten tendientes a disminuir las fricciones derivadas de faltantes de insumos, la recuperación del mercado local, el control de la inflación y, básicamente, para revertir las expectativas económicas de los agentes.