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Por Leonardo Faner. Sobre el reciente debate sobre la salida del cepo cambiario, es posible -desde el punto de vista económico, y sin dejar de mirar el contexto político- enumerar algunas condiciones necesarias para permitir nuevamente la compra y venta de divisas en un mercado cambiario unificado.
Confianza. Es el elemento clave para evitar una corrida cambiaria de magnitud, a la hora de levantar las restricciones. La confianza es un valor que se construye lentamente y que desaparece en un santiamén. En relación al mercado cambiario, la posibilidad de contar con un excedente cuantioso de divisas, es un respaldo necesario para poder llevar a cabo una convergencia de los tipos de cambio. Probablemente no para usarlos de inmediato, ya que justamente la intención es que el tipo de cambio busque su equilibrio en el mercado, pero sí para mostrar “poder de fuego” si la volatilidad aumenta.
Coordinación. Levantar el cepo cambiario debería enmarcarse dentro de un plan de acción ejecutado de manera coordinada. Algunas medidas necesitarán un tiempo debido a cuestiones legales y administrativas, sobre todo las relacionadas con la parte fiscal.
Las cuestiones monetarias y cambiarias pueden ejecutarse de manera más veloz (no por eso sus efectos serán más rápidos). La coordinación y la forma en que se anuncia cada una de las medidas a ejecutar son elementos de suma importancia a tener en cuenta. Informar claramente, ayuda a coordinar las expectativas de los agentes económicos.
Probablemente la secuencia lógica sería: anunciar un plan fiscal, acordar las paritarias, contar con financiamiento externo y luego apuntar a normalizar el mercado de cambios. Mientras tanto, debiera permitirse libremente la entrada y salida de divisas a través de la operatoria de bonos en el mercado de capitales («contado con liqui» y «dólar bolsa»). Este tipo de cambio implícito dará una pista de en qué valor podría situarse el dólar luego de la unificación.
❝La normalización cambiaria demandará talento, trabajo coordinado y amplio consenso❞.
Shock. Por gradualismo, entiéndase ir incrementando la tasa de devaluación hasta llegar a determinado nivel. Para ello, el BCRA seguramente deberá sacrificar reservas y puede que los agentes económicos no prevean un final para tal proceso.
Las expectativas devaluatorias harán que sea necesario una tasa de interés demasiada alta para evitar una fuerte corrida. De aquí la ventaja del shock. Un salto de una vez (no quiere se decir que sea en un día, probablemente en varios), genera que los agentes económicos entiendan tal devaluación como “la última”, no necesitando así una tasa de interés tan elevada.
Otro punto en contra en relación al gradualismo, es que para obtener éxito con esta terapia, se debe contar con instituciones sólidas, algo con lo que nuestro país no cuenta aún.
Consenso. Hasta aquí lo económico. En el plano político, es necesario que la mayoría de estas medidas se tomen con el mayor consenso posible por parte de todo el arco opositor, gremios, cámaras empresarias y demás instituciones.
La normalización cambiaria demandará talento, trabajo coordinado y amplio consenso. El éxito no está asegurado y no dependerá sólo de medidas económicas. Éste será, probablemente, el primer gran desafío del próximo gobierno en materia económica, y signará el camino para lo que sigue. El problema es grande, la oportunidad también.