Por Eugenio Gimeno Balaguer. Estaba escribiendo una nota sobre el fin de año, cuando recibí la noticia de la salida del ministro Alfonso Prat-Gay. Una vez más, recordé la cantidad de notas escritas sobre la necesidad de formar un equipo. En especial, trabajar en equipo en las gestiones en general.
Una vez más, el desconcierto se hace evidente. Los gobiernos no trabajan en equipo pese a que formalmente creen haber constituido “un equipo”.
En lo personal, he vivido en un Gobierno nacional y una gestión provincial la reticencia de Presidente y/o Jefe de Gabinete y del Gobernador –en ambos casos, estoy hablando de gestiones pasadas en las cuales participé- a formar un equipo real y aprender a trabajar en equipo.
Creo que no lograron entender la necesidad de esto, o tal vez desconfiaban de los colaboradores que convocaron. Así fue.
En notas anteriores remarcábamos que “… podría escribirse un libro sobre las improvisaciones de los gobiernos, de las marchas y contramarchas, de decidir algo y, al no contar con todos los medios para ejecutarlo, dejarlo en suspenso con inversiones mal realizadas y, por consiguiente, desperdiciadas”.
Hablamos de los “errores no forzados” en una nota especial.
Decíamos también que “ … en los grandes ámbitos -educación, salud, seguridad, justicia-, los problemas no se resuelven cuando enuncio o, incluso, encuentro la solución, sino cuando ésta se aplica. Lo difícil es ponerla en práctica porque surgen dificultades, tales como el conflicto de intereses de los involucrados, sus miedos, expectativas y otros factores, que hacen que las soluciones efectivas queden postergadas. Y aquí, está el verdadero problema”.
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Conozco personalmente al ministro saliente, Alfonso Prat-Gay, y no creo que sepa menos de Economía ni tenga menos experiencia que el entrante, Nicolás Dujovne. Si creo que una vez más se dan circunstancias, en las que priman factores problemáticos que se hubieran diluido si el Gabinete trabajara en equipo.
Hay mucho que hacer para formar un equipo de gobierno y más aún para que “el equipo trabaje en equipo”. Se detallan -una vez más- algunas diferencias para que se entienda.
En un grupo:
● Las personas son sólo responsables de sus áreas de trabajos.
● Están comprometidas solamente con sus propias metas.
● Nivel de confianza y comunicación medio.
● El trabajo termina en el lugar.
● Los conflictos son negativos y demoran en resolverse.
En un equipo:
● Hay responsabilidad y compromiso por todas las áreas y metas.
● No hay compartimentos estancos.
● Se comparte la información y se toman decisiones por consenso.
● El nivel de confianza es elevado.
● Existe una comunicación fluida e íntima.
● Elevado grado de compromiso.
● Velocidad de respuesta.
● Conflictos como desafíos de crecimiento.
● La velocidad y productividad para lograr resultados se incrementa sustancialmente.
El desafío de trabajar en equipo implica un estilo de toma de decisiones y de trabajar. Una forma de compartir el tiempo; compartir lo que son y lo que saben.
Todos los miembros advierten al resto de la posibilidad de equivocarse, porque saben que su error será una falla, no de uno de ellos, sino del equipo.