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Por Juan Turello. ❝Estamos en el peor de los mundos. El Gobierno nos critica, los clientes se enojan y las casas matrices quieren que les paguemos antes de mandarnos vehículos o autopartes❞. Tras pronunciar esas palabras ante La Voz del Interior…
el funcionario de una automotriz se dejó caer sobre un sillón, tratando de encontrar sosiego en el cierre de una semana caliente.
Cristina Kirchner acusó a las fábricas de estar “encanutando” los autos y de boicotear el Procreauto (7.400 operaciones en agosto). ¿Tiene razón? El dato cierto es que faltan algunos modelos, en especial los que provienen de Brasil. Renault, Peugeot-Citroën y Honda llevan la peor parte. Fiat, a quien apuntó la Presidenta, integra un segundo lote.
¿Qué está pasando? Las terminales o autopartistas, cuyos directivos para la región están en Brasil, quieren que sus pares argentinas les paguen la deuda, que según cálculos privados oscilaría entre 2.600 y 2.700 millones de dólares. Las fábricas locales están calzadas con depósitos en pesos –una norma les impide “cubrirse” en bonos dolarizados-, pero el Banco Central les “pisó” la venta de divisas para no seguir perdiendo reservas (28.405 millones de dólares).
Para decirlo con todas las letras, los directivos locales creen que habrá “otra devaluación de enero” (la especulación que maneja el mercado) los deje descalzados al menos en un 20%. ❝¿Quién va a pagar la diferencia?❞, , razonó un analista del sector.
¿Cómo se soluciona? El Gobierno acordó que liberaría 100 millones de dólares mensuales para autopartes y autorizaría una suba de entre 3 y 5% en el Procreauto, con la condición de que no haya suspensiones. ❝La integración local está entre 28 y 29%❞, explica el economista Dante Sica.
Como esas enormes masas de hielo, la pelea por los autos esconde cuestiones como la inflación, el déficit y la competitividad.
Guillermo Nielsen, negociador de la deuda en 2005, advierte que ❝habrá un fuerte aumento de las demandas judiciales porque Nación Fideicomisos no está en condiciones de operar los pagos, que corren el riesgo de ser embargados❞.
Faltan dólares, y se cerró el financiamiento externo. Desde afuera, llegarán pocos: las exportaciones cayeron 19%; la soja se desplomó en Chicago a 367 dólares para marzo (menos de 240 dólares para el productor argentino) y se resintió la demanda desde Brasil.
Roberto Lavagna cree que el Gobierno emitirá de aquí a fin de años unos 100 mil millones de pesos para atender el déficit fiscal, lo que empujará aún más la inflación, ya que la menor demanda no podrá ser atendida por la producción local ni desde el exterior (no hay dólares). La suba de precios afectará aún más la competitividad. Un círculo vicioso perfecto.