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Por Juan Turello. El contraste es notable. En los ambientes empresariales se percibe una confianza inédita sobre la marcha del Gobierno, en especial en los temas económicos. Los sectores del trabajo, por contrapartida, miran con cautela lo que sucede. Esas expectativas esconden una preocupación más profunda sobre el futuro del trabajo y de los ingresos, señala mi nota en La Voz. Repasemos de qué se trata y los indicadores que generan malhumor social.
En el Coloquio de Idea, 45 días atrás, la encuesta de D’Alessio-Irol mostró que nueve de cada 10 empresarios eran optimistas sobre lo que vendría el próximo año. Fue un resultado inédito para ese ámbito.
Esta semana, la consultora Ernst & Young reveló que el 63% de los hombres de negocios tiene plena confianza sobre las reformas que impulsa el Gobierno para mejorar la economía y la competitividad. Representa un avance de 20% respecto de 2016.
En la entrega de los premios Empresario Destacado 2017 de La Voz, los discursos de los galardonados también reflejaron ese optimismo. Hablaron de “cambio de época” y de “un año bisagra”.
Hay otra realidad. Eduardo D’Alessio confirmó que 9 de cada 10 argentinos considera que la reforma tributaria favorece al sector empresario y que 71% la considera perjudicial para los trabajadores. El 57% la califica como negativa para los argentinos. Además, cayó el optimismo sobre los temas económicos, aunque todavía se encuentra por encima del 50%.
¿Qué influye? “En el cambio de tendencia inciden los próximos ajustes tarifarios y el impacto negativo del paquete enviado al Congreso para los sectores medios, sobre todo en materia impositiva y en los haberes de los jubilados. Esta tendencia incipiente podría profundizarse en los próximos meses», explica Sergio Berensztein, quien colaboró en el informe.
Los sectores empresarios tienen confianza en los planes de Macri; el entusiasmo decae en los sectores medio y del trabajo.
El compromiso de los gobernadores logró que las reformas impositiva y previsional dieran un primer paso en el Senado. Es posible que también sean aprobadas en Diputados. La reforma laboral tiene un futuro incierto, más aún con el protagonismo que pretenden ganar Cristina Fernández, los gremios estatales K, Pablo Moyano y la izquierda.
El entusiasmo político que había logrado Mauricio Macri en las urnas y con el discurso del “reformismo permanente” parece haberse atenuado al conocerse el impacto de las reformas en el bolsillo y por los desgraciados sucesos del submarino ARA San Juan y la muerte de un mapuche en Bariloche. D’Alessio reconoce que hechos como el de submarino añaden una carga negativa a la sociedad.
Pero la clase política también suma lo suyo. El aumento salarial “sugerido” para 2018 es de 12%.
El Gobierno provincial aumenta el Inmobiliario Urbano 23%, con mayor incidencia en Río Cuarto, Villa María y San Francisco por una actualización de los valores de las propiedades. El Rural sube -en promedio- 32%.
La Municipalidad de Córdoba proyecta en aumento de 22% en los mínimos de comercio e industria y en las alícuotas del Inmobiliario municipal.
El intendente Ramón Mestre dijo que “es bueno” para las finanzas municipales y para los trabajadores el acuerdo salarial que establece una suba mensual en base al promedio simple de cinco índices de precios.
Si es bueno para el municipio y los empleados, ¿por qué no se aplica para los contribuyentes? Los ciudadanos deberán pagar en febrero al menos 22% de aumento, cuando la mayoría de las paritarias actualiza los salarios entre abril y mayo; las jubilaciones nacionales serán corregidas sólo 5% en marzo.
Los bolsillos de asalariados y jubilados sufrirán, además, los incrementos de la luz y el gas.
Además, numerosas empresas privadas han ajustado sus planteles en relación con los planes de negocios para 2018. El ministro de Modernización de la Nación, Andrés Ibarra, informó que en la administración y organismos descentralizados “están de más” 19.119 empleados. ¿Cómo se recortará? Con jubilaciones y la conclusión de contratos a fin de este mes. El ajuste en las empresas del Estado será inevitable.
Macri y sus voceros deberán alinear las expectativas del conjunto de la sociedad, para que la economía del comportamiento –tan mencionada como clave en las expectativas- empuje a favor del crecimiento y más empleo.