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Plena etapa lazarista del cristinismo. Matar al muerto. Cargarse a Lorenzetti.
Sobre informe de Consultora Oximoron escribe Bernardo Maldonado-Kohen, especial para JorgeAsísDigital.
La Doctora culmina con aire artificial el año de la esquizofrenia activa. Sin el dramatismo de un miserable saqueo.
Debe admitirse que Sergio Berni, El Licenciado Serial, trabajó bien. Merece estar nominado para la gobernación de Buenos Aires, o para la Jefatura del Artificio Autónomo.
Puede Berni ser el punto de unión, incluso, entre La Doctora y Scioli, Líder de la Línea Aire y Sol. Berni trabajó en sintonía con la acción psicológica previa, que diseñó su adversario interno. El camarada general Milani, Seductor de Sexagenarias.
Culmina La Doctora con la economía estancada, pero con el emblemático dólar clavado en los 13 pesos. Cuando catastróficamente se temía que, por los catastrofistas, merodeara los 20. El despido de Fábrega, El Sensato Marginal, fue sanguinario, innecesariamente cruel. También debe aceptarse que la brutalidad de Vanoli obtuvo su resultado. País para rigoristas.
Para completarla, pese al default y el desacato, el año culmina con cierta incertidumbre respecto al marcado “final de ciclo”. Porque a lo mejor el ciclo se extiende.
❝Mirá si no nos vamos un c…❞, asusta, con pedantería intolerable, un cancerbero del despojo.
Aquí la esquizofrenia activa alude a la relación tensa que La Doctora le impone a Scioli. Con desaires y esmerilamientos hacia el elegido indeseable. La Doctora lo va a hostigar a Scioli, según nuestras fuentes, hasta marzo. Convencida que Mancusso jamás va a golpear la mesa y decirle por qué no te vas a la…
Lo gravitante es que La Doctora odia y obstruye a quien se encuentra en mejores condiciones de favorecerla. De ponerle todo lo que ella quiera. Si casi no tiene nada propio.
Teme, en el fondo, La Doctora, que Scioli decida vengarse. Que la traicione.
Que Scioli le haga a La Doctora lo mismo que Néstor Kirchner, El Furia -el marido extinto al que debería matar-, le hizo a Duhalde, El Piloto de Tormentas (generadas).
El año de la esquizofrenia activa arrancó con las racionales intenciones de reconciliación con los mercados. Para concluir entre las emociones del antiimperialismo preventivo. Patología redituable, al menos, en el plano electoral.
La Argentina esquizofrénica quiso aproximarse a los mercados de Occidente pero luego se aferra a la discutible soga de salvación que cree que le tiende China. O Rusia.
En el final del año esquizofrénico se impugna aquello que en el principio se intentó seducir. Fue grande el esfuerzo para alcanzar el objetivo que en el epílogo se repudia. De nada sirvió el arreglo claudicante con Repsol que consagró a Kicillof, El Gótico, como el peor negociador. Ni la aceptación, hasta del último punitorio, con el Club de París. Para irse luego, conscientemente, por decisión personal de La Doctora, hacia el descenso del default (que se niega). Por cuestiones que ni siquiera figuraban en la agenda de los improvisados.
Presidencialismo fuerte del ejecutivo débil
El presidencialismo intenso signa la persistencia del Poder Ejecutivo escandalosamente debilitado.
Aún La Doctora mantiene la iniciativa capturada. Pero está muy acosada por las adversidades que condicionan la magnitud del stress que la muestra físicamente vulnerable.
Al número dos, Boudou, El Descuidista, apenas puede exhibirlo para provocar a los opositores envueltos e inofensivos. Para unificarlos en la monotonía de la misma protesta (el número tres, Zamora, El Neo Juárez, mantiene un perfil intrascendente, en defensa propia).
Capitanich, El Premier, de ser presidenciable pasó a la condición de mero locutor matinal. Y Kicillof, el negociador que entrega de más, de ministro fundamental derivó piadosamente en El Chiquito.
Queda Randazzo, El Loco de la Florería, el ministro autónomo que se eleva. Resulta indispensable, en medio de la esquizofrenia, para dilatarlo a Scioli.
Este presidencialismo fuerte del Ejecutivo débil se sostiene, paradójicamente, con los dos bloques de hierro del Poder Legislativo.
Es el poder que la oposición, sobre todo desde la Franja de Massa, aún no puede quebrar.
La “mayoría automática” del Parlamento resulta suficiente para que pase, como por un tubo, la demencia legal que a La Doctora se le antoje. Es en el Legislativo donde se blinda. Legitima la fortaleza.
Juego de las consecuencias
Pero donde La Doctora la pasa bastante mal es con otros poderes.
La batalla política hoy debe darla entre los “ingratos” del Poder Judicial. El Gobierno hoy tiene los peores problemas con algunos jueces de su propia servilleta. No hagamos nombres.
La rebelión de los jueces federales la tiene en un arco. Es la característica más temible de la etapa lazarista que transcurre. Lázaro Báez, El Resucitado, es el regalito envenenado que El Furia le dejó.
Sincerar el litigio de la etapa lazarista implica aceptar la causa que en simultáneo niega con énfasis. La derivación delictiva del kirchnerismo que la antecedió. Con una pasión recaudatoria que dejó montañas de billetes perversos, ocultos en campos y departamentos.
Sin embargo, de los montos que se ocupan en los frentes judiciales representan apenas una parte mínima, casi insustancial, de lo recaudado. Menos de 100 millones de dólares. Para caja de empleados.
A los efectos de combatir en la guerra judicial, La Doctora entrega, en la primera línea de fuego, irresponsablemente, a los abnegados cancerberos del despojo.
Cuenta con “los chicos”. Julián Álvarez, El Soberbio de Lanús, y De Pedro, El Wado. Con la solvencia intelectual de Alejandro Slokar, un discípulo de Zaffaroni que ya tiene juego propio. Con el audaz Picardi. Y con Juan Martín Mena, hoy promovido en el Servicio de Inteligencia, como consecuencia de los daños producidos por el Efecto Bonadío. Consecuencia superadora, a su vez, del Efecto Campagnoli.
Consecuencias ambos -Campagnoli y Bonadío- de lo mucho que se robó durante el esplendor del kirchnerismo inicial. El origen de la etapa lazarista actual.
Son las facturas atrasadas que llegan por acumulación. Consecuencias de la insaciable desprolijidad del kirchnerismo recaudador. En el estupor de la impunidad. Facturas que La Doctora se resiste a abonar. Del mismo modo en que se resiste, acaso admirablemente, a matar al muerto. Algo tan beneficioso como imposible.
Retroalimentación
El otro poder es el de la prensa crítica, Clarín y La Nación, y en menor medida también Perfil.
Sintoniza complementariamente con la adversidad judicial. Ya que los medios críticos, como los jueces lanzados, se retroalimentan.
Los jueces producen la información que los medios utilizan para demolerla. O viceversa.
Mientras tanto crece el resentimiento opositor que anida en sectores gravitantes de la sociedad. Se multiplican los que ni siquiera ya pueden escuchar la voz de La Doctora.
Sin embargo, la radicalización temática de los jueces inevitablemente lanzados, junto a la radicalización de los medios críticos y de la sociedad resentida, no contagia, hasta aquí, a los protagonistas principales de la oposición real. Ellos no explotan los efectos destructivos de la etapa lazarista. Consta que ni hablan, siquiera, de Lázaro.
La Doctora concluye el año mágico de la esquizofrenia activa atada a la confluencia entusiasta de La (Agencia de Colocaciones) Cámpora, con la eficiente arbitrariedad de Berni, y con los enchufes eficaces del General Milani. Y fortalecida, para un 2015 adelantado, por la verborragia fácil del reincorporado Aníbal Fernández. Y protegida por la alarmante pasividad del peronismo que arrastra. Va a bancarla, sin deseos, hasta el final, aunque no lo merezca.
Cargarse a Lorenzetti
La Banda de Juliancito, con la instrucción de La Doctora, planifica acabar, según nuestras fuentes, con la nociva influencia de Ricardo Lorenzetti, El Pelado de Rafaela. Asumen la decisión de cargárselo.
Con la parsimonia brutal del esquema, esta banda considera que detrás de los jueces federales está Lorenzetti. Y detrás de Recondo, El Piojo, también.
De aquí a tildarlo a Lorenzetti como el jefe resta apenas un paso. Hoy, Lorenzetti es el Cardenal Bergoglio de ayer. El de antes de ser Francisco.
Lorenzetti es el nuevo enemigo que atormenta a La Doctora, en el final del ciclo (que a lo mejor no existe). Responsable de la sucesión de indagatorias. Del festival de imputaciones. De la orgía de los procesamientos que se vienen.
(¿No será, muchachos, sólo consecuencia de lo mucho que se afanó?)
Se jacta La Banda de haberle cortado a Lorenzetti, en principio, el flujo financiero. El manejo de la caja del Poder Judicial. Hoy, los mangos están bajo el control de la propia tropa.
El próximo paso -consigna Oximoron- consiste en evitar que Lorenzetti sea reelegido como presidente de la Corte. ¿Y a quién ponen en su lugar? Zaffaroni, “el juez de la patria”, resultó un bleff que se fue. Aparte, en la Corte hizo la plancha, se ausentaba en los momentos más difíciles, firmaba para figurar algún voto de los colegas que no lo tomaban en serio.
Fayt, el venerable Profesor, queda biológicamente descartado para sucederlo. Podría ser Maqueda, pero ocurre que mantiene la mejor relación con Lorenzetti. Y aparte es desconfiable por su origen peronista.
Queda la doctora Highton de Nolasco. Aunque está algo enferma. Y aunque llegó apalancada por Alberto Fernández, el Poeta Impopular. No obstante, emerge Highton, para La Banda, como la reemplazante ideal.