Por Claudio Fantini (Periodista, politólogo, docente de la UES 21).  Francia está en guerra y ese no es un dato menor. Francois Hollande (foto) involucró al ejército galo en un conflicto, a pesar de ser pacífico y pacifista. El actual presidente había criticado a Nicolas Sarkozy haber combatido con la Fuerza Aérea, en alianza con los británicos, al régimen de Muammar Khadafy. Fue precisamente en Libia donde se inició el conflicto en el que Hollande se involucró de lleno: la guerra civil en Mali.

Los tuareg de esa ex colonia francesa llevan décadas intentando separar el norte del país para crear un estado independiente, gobernado por esa etnia nómada del Sahara. La represión de rebeliones en los años ’80 llevó una ola de refugiados tuareg al sur de Libia, donde recibieron protección del régimen. Muchos de esos agradecidos tuareg aceptaron integrar milicias leales a Khadafy. Con ese fin recibieron adiestramiento en combate y moderno armamento. Y tras la caída del régimen libio regresaron a Mali, integrándose con su preparación y sus armas al Movimiento Nacional de Liberación del Azawad (MNLA). Pero la caída de Khadafy también hizo que se desplazaran hacia Mali los jihadistas de Al Qaeda Magreb Islámico (AQMI). Estas fuerzas, junto a otras milicias malinesas como Ansar al Din, lograron fácilmente controlar el norte de Mali, un territorio del tamaño de Francia donde hay ciudades históricas como Tombuctú.

El derrumbe del ejército provocó un golpe de Estado en Mali. En ese punto, los independentistas tuareg se alejaron de sus ocasionales aliados ultraislamistas. El MNLA quiere crear el Azawad en el norte de Mali, mientras que los jihadistas de Al Qaeda quieren controlar todo Mali, crear una teocracia e imponer la sharia (ley coránica). Por eso las milicias de AQMI y Ansar al Din avanzaron hacia el sur, ocupando la ciudad de Konna y preparando la ofensiva final para ocupar Bamako, la capital.

Aquí fue donde Francia entró en acción. Por pacífico y pacifista que sea, Hollande entendió que Mali estaba cerca de convertirse en una versión africana de la Afganistán dominada por los talibanes. Además de caer Mali, su territorio expandiría el jihadismo hacia Mauritania, en el este, Níger y Chad, en el oeste, y Argelia, en el norte.

Es precisamente Argelia el punto de mayor explosividad. No sólo vivió la larga guerra civil que sobrevino a la proscripción del Frente Islámico de Salvación, sino que fue cuna de los Grupos Salafistas de Combate y Prédica, molde del que surgió Al Qaeda Magreb Islámico.

Quizá porque Mali y Argelia fueron sus colonias, es que París parece ver con más claridad que sus vecinos lo que se juega en el Norte de África. Francia marchó a la guerra, sin que Europa la acompañe.

Redacción Turello.com.ar

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