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Por Claudio Fantini. Europa suspira aliviada tras la victoria de Emmanuel Macron en Francia. El electo presidente más joven del país galo conjuró el riesgo de que Francia siguiera por la senda británica. Impidió que Marine Le Pen llegara al despacho principal del Elíseo y que el país de Montesquieu y de Voltaire vuelva a parecerse al régimen del odio y la intolerancia que tuvo su capital en Vichy. También impidió que la economía se encamine por la deriva regresiva que promete la desglobalización.
El héroe es un joven brillante y osado, que entendió que la única posibilidad de salvar a Francia y a la Unión Europea (UE) del populismo, estaba compitiendo por fuera de los partidos tradicionales. Socialistas y gaullistas ya estaban derrotados. Fue Macron el que cortó el paso al populismo desde la vertiente liberal de la socialdemocracia, o la vertiente socialdemócrata del liberalismo.
Pero el alivio europeo no refleja la totalidad del mensaje de las urnas. La ultraderecha sacó el mejor resultado de su historia. Marine Le Pen superó ampliamente el resultado obtenido por su padre cuando, en el 2002, dio el batacazo al desplazar del segundo puesto a Leonel Jospin y disputar el ballotage con Jacques Chirac.
Jean-Marie Le Pen logró el 16 por ciento en la primera vuelta y subió sólo un punto porcentual en la segunda, lejísimo del 82 por ciento del presidente conservador. Su hija sacó siete puntos más que él en la primera vuelta, mientras que en el ballotage duplicó los votos que el Frente Nacional había logrado en el 2002.
¿De dónde salió esa ola de sufragios de la ultraderecha? La mayor parte de los votos que el populista de izquierda Jean-Luc Melenchon había logrado en la primera ronda.
El 17% que obtuvo Melenchon, candidato de Francia Insumisa, lo conquistó identificándose con el antisistema español Podemos y defiendo al chavismo. Con Nicolás Maduro ejecutando una criminal represión y el hambreando a su pueblo, Melenchon defendió al régimen chavista. Una prueba de que el populismo no es de izquierda o de derecha, sino un método de construir poder que está dentro de la cultura autoritaria.
Y la cultura autoritaria, de izquierda o derecha, aborrece a la cultura liberal. Más aun si se trata de la vertiente progresista de ese universo. Y Macron es un liberal de la vertiente progresista, lo que también puede definirse como un socialdemócrata de la vertiente liberal.
Es imposible pensar que el grueso de los votos de Melenchon hayan acompañado a Macron en el ballotage. Aunque no lo dirían a un encuestador ni antes ni después de una elección, la mayoría en la izquierda populista no votó o votó por Le Pen.
Eso explica el alto nivel de abstención y también que la ultraderecha se haya acercado tanto al 40% de los votos.