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Por Juan Turello. Analistas y politólogos indagan por estos días sobre cuáles son las palabras que definen la crisis. Confusión, ira, son las más usadas en redes sociales. El diagnóstico admite otras dos. Desilusión, por la gestión de Macri, que prepara cambios de nombres y de programa, e incertidumbre, por lo que sucede en la economía, señala mi nota en La Voz.
El desencanto se traduce en una caída de la imagen de Mauricio Macri, más un agravante. Sus palabras, como sucedió con el fallido spot al anunciar que el Fondo Monetario Internacional (FMI) liberaría los recursos necesarios para 2019, produjeron el efecto contrario. El dólar se disparó.
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Una relativa calma volvió el viernes cuando Luis Caputo volvió a entregar 250 millones de dólares de las escasas reservas líquidas. La tasa de referencia se mantiene en 60% y el desde este lunes suben los encajes.
La desilusión y la incertidumbre –que paraliza las decisiones de compra y venta- se fundan en datos concretos.
Los alimentos subieron 5,3% en agosto y 31,3, en ocho meses, según datos del Centro de Almaceneros y Autoservicios de Córdoba, ubicado en la línea de fuego de las necesidades de las familias.
La CGT Regional Córdoba detectó 1.365 despidos, más de 630 suspensiones y 13 procedimientos preventivos de crisis ante las autoridades laborales.
El desafío es enorme para las pequeñas y medianas empresas (Pyme) en este cuatrimestre. “¿Cómo van a subsistir las Pyme, que generan ocho de cada 10 puestos de trabajo, con una caída del consumo y un costo financiero de más del 80 por ciento?”, se preguntaba un economista al advertir que la recuperación del campo y de Vaca Muerta requiere un cuatrimestre de espera.
Un botón de muestra: un vendedor de equipos de tecnología relataba, el jueves último, que el plazo normal de pago a 30 días tiene ahora un recargo de cinco% por los mayoristas.
Antes de la última corrida, las consultoras preveían una caída del salario real de entre cuatro y seis puntos este año.
No hay factor más desestabilizador que el mercado financiero. Lo saben Turquía, Brasil y Argentina
El Gobierno parece haber encontrado la fórmula para contener al dólar por debajo de los 40 pesos mediante licitaciones, que suponen una baja en las reservas, las cuales se recuperarían con la ayuda del FMI.
Pero el Fondo exigirá un fuerte ajuste para que el Gobierno tenga los dólares necesarios para pagar deudas e intereses. ¿De dónde saldrán esos recursos? Con una vuelta a las retenciones al campo y a la minería, además de una posible eliminación del plazo de un año para traer los dólares al país. El turismo en el exterior también está en la mira.
El economista Bernardo Kosacoff propone retenciones diferenciadas para alimentos y cortes de carne que se consumen en relación con los que se exportan. Esa medida aliviaría el consumo de los sectores más vulnerables.
El ajuste provocará una mayor caída en de la actividad, con lo cual se afectará la recaudación de los tres niveles del Estado. “En ese caso, el ajuste de 300 mil millones de pesos que se prevé para 2019 debería ser mayor, por los menores ingresos”, advierte ante un funcionario cordobés.
¿Las medidas alcanzan? No, si no existe la voluntad del peronismo de acompañar el Presupuesto 2019 y de sostener el acuerdo con el FMI en caso de llegar al Gobierno.
“Voluntad y coordinación de políticas y políticos luce indispensable”, concluye un informe de Daniel Marx, exnegociador de la deuda.
Habrá que recordar la nueva máxima que domina al mundo global: no hay factor más desestabilizador que el mercado financiero. Lo saben Turquía, Brasil y Argentina, donde las cuentas no están en orden. Lo sabe Chile, que proyecta una inflación de sólo 3% para 2019. La tormenta externa no lo golpeó.