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Por Juan Turello. El mundo salía de su letargo cuando aparecieron nuevas variantes del coronavirus -Delta, la más letal-, que obligan a nuevos confinamientos y, por ende, a más restricciones. La incertidumbre sobre cuándo llegará el fin de la pandemia se traslada a la economía, señala mi nota en La Voz. El mundo vuelve a ser volátil, incierto, complejo y ambiguo (vuca, según su sigla en inglés), como lo definen los analistas del mercado. Argentina no es la excepción.
Más de 100 mil muertos y sólo el 11% de la población con dos dosis, además de la amenaza de las nuevas variantes, no auguran certezas en el corto plazo contra la peor epidemia que recuerden los argentinos vivos.
El dólar volvió a moverse pese al nuevo cepo a los dólares financieros. El blue se despertó y los que atesoran billetes acuden al “dólar senebi” (por el «segmento de negociación bilateral»), para evitar el impacto de una devaluación. Los analistas presumen que sucederá tras las elecciones del 14 de noviembre.
Los precios echan nafta al fuego. Por noveno mes consecutivo, la inflación estuvo por encima del tres por ciento: 3,2% en junio. La escalada no se repetía desde 1991.
En el primer semestre, la inflación fue de 25,3%, con lo cual se comió el compromiso presupuestario de Martín Guzmán de 29% en el año.
El relevamiento de expectativas de mercado (REM) del Banco Central de junio calculó que será de 48% en el año. Algunas consultoras ya proyectan 50% o más; un salto de 14 puntos porcentuales sobre el primer año de gestión de Alberto Fernández. Así, se acercará al 53,8% de Mauricio Macri en 2018.
“En los primeros 18 meses de gestión, la actual administración acumula una inflación de 70,6%”, calcula Marcos O’Connor (Ieral-Fundación Mediterránea).
El Gobierno fracasó en controlar el principal problema de la economía, pese al ancla al dólar oficial y a tarifas cuasi congeladas.
El fracaso incluye la suba de la carne -4,6% en junio, por encima del promedio-, pese al control de las exportaciones y a los Precios Cuidados.
“El partido de la inflación es el partido del dólar. ¿Qué va a influir? Primero, la oferta de dinero en el mercado (presión de demanda); segundo, menos oferta por la caída de los dólares agropecuarios. Se vienen meses difíciles, por lo que es posible nuevas restricciones a las importaciones, así como a los viajes al exterior”, comenta Patricio Canalis, de la consultora Idesa.
El informe del Instituto de Economía de la Bolsa de Comercio de Córdoba señala que “las proyecciones confirman la extensión de la estanflación para el resto del año, con inflación en niveles muy elevados».
“Las tendencias del empleo son igual de preocupantes; en abril había 133 mil empleos formales menos en el sector privado que en febrero de 2020, y casi 211 mil menos que en enero de 2012, según datos de la Superintendencia de Riesgos de Trabajo”, agrega.
El dato incluye una particularidad: el empleo se destruyó a nivel de las pymes, pero creció levemente en las grandes empresas y mucho más en el sector público.
Las medidas en danza no son fáciles de aplicar.
El Gobierno está tentado por el tratamiento keynesiano, con acciones que alientan el consumo -bonos para todos, aumentos en las paritarias-, pero que aceleran la inflación. La receta ortodoxa, que apunta a generar estabilidad, profundizará la recesión en el corto plazo.
El problema es que no aparece un equipo dispuesto a sintonía fina entre el aliento al consumo (sin disparar más inflación) y la austeridad en el gasto.
El consultor Daniel Scandizzo (Axiabiz) prevé un escenario donde persistirá la inflación de costos y la retracción de la demanda para las pymes.
Recomienda repensar su accionar en el marco de “los tres círculos”: verde (zona de lo predecible, del orden); amarillo (zona de la posibilidad de una crisis, complejidad) y rojo (zona del caos, donde predomina la incertidumbre).
El problema es que no habrá respuestas contundentes en lo inmediato. ¿Cuántas empresas y cuántas familias están en condiciones de surfear la ola durante cuatro meses más?