En momentos en que aparecían señales de recuperación en el consumo de carne y en la construcción, la inflación le dio un fuerte dolor de cabeza al Gobierno. En marzo la suba de precios fue de 2,4% y alcanza a 6% en el trimestre, un tercio de la previsión anual. El dato complica las paritarias. El Banco Central subió la tasa al 26,25%, que golpea el consumo.
La inflación, junto con la inseguridad, es una de las principales preocupaciones de la sociedad, según las encuestas de opinión pública.
En marzo, la inflación que mide el INDEC para la Ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense fue de 2,4%, con lo cual la suba de precios en el primer trimestre ya es un tercio del tope salarial que el Gobierno nacional sugirió para las paritarias: 18%.
El conflicto docente no está resuelto en la provincia de Buenos Aires ni en Córdoba, donde la oferta oficial incluye un aumento de 12% desde febrero y 7,5% desde julio, con la promesa de revisar la base del 18% si los precios se disparan por encima de ese porcentaje.
El aumento del 19,5% fue aceptado en el sector público, salvo por los docentes (UEPC) y por los trabajadores nucleados en ATE, con menor ascendencia entre los agentes públicos. El dato del INDEC puede complicar las negociaciones.
La suba de la tasa alienta la especulación financiera y, por contrapartida, golpea al consumo.
No sólo eso. El Banco Central decidió acelerar la suba de tasas para sacar dinero del mercado y desalentar una espiral inflacionaria. La tasa de referencia del 26,25% alienta la especulación, con un dólar que se desplomó por el ingreso de divisas vía las inversiones financieras, la venta de la cosecha y la toma de créditos por parte de la Nación y las provincias.
El balde de agua fría se produjo en momentos en que el consumo de carne se había recuperado por encima de los 58 kilogramos por habitante en el primer trimestre.
También la construcción privada mejoró a partir de los datos incluidos en el Índice Construya. Crecieron los despachos de cemento para atender las órdenes de obra pública.
El otro frente que preocupa al Gobierno nacional son las intensas lluvias en las principales áreas de producción agrícola y ganadera. La mortandad de animales podría alentar una suba en el precio de la carne y las áreas anegadas reducirían las proyecciones de una muy buena cosecha de soja (56 millones de toneladas) y de maíz (38,5 millones), según la evaluación del departamento agrícola de Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés).