Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en...
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Por Claudio Fantini. ¿Qué canal está viendo la Cancillería argentina? El ministerio que encabeza Felipe Solá cuestionó la “respuesta desproporcionada” de Israel y no el lanzamiento masivo de misiles a ciudades judías con que Hamás inició esta nueva edición de sus trágicos y recurrentes duelos con el Estado vecino. Qué sucedió.
Esta vez, el régimen autoritario que impera en la Franja de Gaza no dispara los rudimentarios proyectiles Kasam que sólo podían alcanzar ciudades cercanas a la Franja de Gaza, como Sderot y Ashkelon, además de kibutzs y aldeas del sur israelí.
Esta vez, Hamás lanzó una lluvia de misiles contra Jerusalén, Tel Aviv y otras urbes del centro de Israel.
Centenares de proyectiles para nada rudimentarios eran disparados en lapsos cortísimos de tiempo.
Las Fuerzas de Defensa Israelí (FDI) expusieron la sorprendente capacidad del Iron Dome (cúpula de hierro), sistema de defensa antiaérea, que pudo atajar el grueso de los misiles antes de que alcanzaran sus blancos.
¿Por qué, en nombre del país, el Gobierno argentino se pronuncia contra la respuesta y no se pronuncia contra el ataque masivo y sin aviso que lanzó Hamás, iniciando la escalada? ¿Por qué no mencionó a Hamás en su comunicado?
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La organización que tomó el poder asesinando a cientos de dirigentes del partido Al Fatah, del fallecido Yasser Arafat y del actual presidente de la ANP, Mahmud Abás, provocó con esta escalada sacar el foco de atención de la protesta de palestinos en Jerusalén Este.
¿Podía Hamás favorecer a los palestinos que enfrentaban la represión en Jerusalén, disparando misiles a Israel?
Lo evidente es que esos proyectiles desviaron la atención de lo que estaba ocurriendo.
El ataque de Hamás y la respuesta israelí desplazaron de los titulares a los choques entre manifestantes palestinos y policías israelíes en la Puerta de Damasco y en la Explanada de las Mezquitas.
Una vez más, los israelíes causan más daños y víctimas en Gaza que las ocasionadas por Hamás en Israel, donde el sistema defensivo destruyó en pleno vuelo a la mayoría de los proyectiles.
Hamás vuelve a usar el mismo método. Y, ahora, a las víctimas propias que deja cada enfrentamiento de este tipo, añade el favor que le hizo a Benjamin Netanyahu, al desplazar la atención mundial de lo que originó el enfrentamiento de estos días.
El desalojo de seis familias palestinas que decidió un tribunal de primera instancia, al emitir un fallo a favor de colonos judíos que reclamaban sus viviendas en el barrio Sheikh Jarrah, generó tensión, previo al pronunciamiento de la Corte Suprema sobre la apelación.
La policía colocó vallas en las escalinatas cercanas a la Puerta de Damasco, donde durante el Ramadán cientos de palestinos se reúne, lo que originó protestas en la Explanada de las Mezquitas. La policía israelí reprimió con dureza dejando centenares de heridos.
Las tensiones crecieron con otros hechos que los palestinos sintieron como provocaciones.
Por caso, el festejo del Día de Jerusalén, o día de la reunificación, en el que Israel celebra la conquista de Jerusalén Este (otorgada a los palestinos por la resolución de ONU de 1947 que creó al Estado judío), tras la Guerra de los Seis Días de 1967.
Esa jornada es el “día de la ocupación” para los palestinos, por lo que sintieron el festejo como un acto provocador.
La sucesión de tensiones tuvo un momento clave el Laylat al Qadr, momento del mes sagrado del Ramadán al que consideran la “noche del destino”, porque para el Islam es cuando Alá decide lo que ocurrirá el año siguiente.
La pregunta es si esta escalada puede o no perjudicar los esfuerzos del líder opositor Yahir Lapid para sacar a Netanyahu del cargo de primer ministro.
El líder del Likud fracasó en su intento de formar gobierno, y ahora el dirigente centrista y secular que conduce el partido Yesh Atid, la principal agrupación de la oposición, parecía estar cerca de formar gobierno.
Para ello hizo un sacrificio político notable al ofrecer el cargo de primer ministro a Naftali Bennett y ministerios claves a su partido, el derechista Yamina.
Si la escalada de tensión no modifica dramáticamente el escenario político, Israel podría tener el primer gobierno con partidos árabes. Y también el primero sin Netanyahu en una década y media.