Por Claudio Fantini. El nombramiento de los dos parecía una contradicción. Si Capitanich y Kicillof ejercerían cabalmente sus respectivos cargos desde sus convicciones, se neutralizarían mutuamente porque ambos representan visiones diferentes.

El gobernador chaqueño expresa el pragmatismo peronista que cree en el Estado sin despreciar al mercado, mientras que el titular de Economía es un seguidor exacerbado del keynesianismo radical de Hyman Minsky.

Posiblemente, Capitanich no desprecie el pensamiento del economista norteamericano, autor de la ❝Teoría de la inestabilidad inherente❞, contracara de la ortodoxia de Milton Friedman y Friedrich von Hayek, predijo la última crisis financiera global y acertó en su descripción de las siete etapas por las que atraviesa una burbuja antes de estallar. Pero, claramente, está lejos del molde dogmático desde el cual Kicillof interpreta al discípulo de John Maynard Keynes.

Por eso estaba claro que uno de los dos funcionarios argentinos ejercería realmente su cargo, mientras que el otro sólo estaría para engañar a un sector. Uno era la señal del rumbo elegido, mientras que el otro era un señuelo destinado a sumar o mantener un determinado apoyo sectorial.

 ¿Quién es quién? 

 1   Si la señal era Capitanich, el señuelo de Kicillof era para mantener la imagen de izquierda que tanto gusta a la militancia K y que aún prefiere cultivar Cristina Kirchner.
 2  Si la señal era Kicillof, Capitanich era el señuelo para engañar a empresarios y al sector financiero.

Primero dio la impresión que sería el chaqueño el verdadero depositario de la capacidad de decisión que tercerizaba Cristina Kirchner. Pero las idas y venidas de los últimos días demuestra que, en realidad, Capitanich ❝está pintado❞ y al bastón de mando lo tiene el ministro de Economía.

A simple vista, esto implicaría que la decisión de Cristina es ❝profundizar el modelo❞ girando hacia la izquierda. Sin embargo, la realidad podría tener una vuelta más de rosca. En ese caso, si bien Kicillof tendría la bendición presidencial y su supuesto jefe en el Gabinete de Ministros sería en realidad un subordinado, es posible que la jugada de la Presidenta no sea profundizar el modelo, sino realizar un ajuste, pero encomendándoselo a su funcionario más claramente izquierdista, uno de los pocos verdaderamente formateado en el marxismo.

Con Kicillof, las medidas más duras podrían ser presentadas a la base recurriendo al ejemplo de Lenin y la NEP (Nueva Política Económica), que fue un retorno a las políticas de mercado para revertir los desastres de las primeras colectivizaciones en la recién creada Unión Soviética.

Quizá todo haya sido calculado de ese modo desde que Cristina Kirchner decidió modificar su gabinete. Pero también es probable que esté improvisando sobre la marcha y que ni siquiera tenga del todo claro si debe ajustar algunas cuentas o redoblar la apuesta de profundizar el modelo.

Lo único claro es que la Argentina 2014 es un enigma.■

Redacción Turello.com.ar

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