Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en...
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Mauricio; Sergio y Daniel (3ra.Época): Mientras Sergio y Mauricio se baten por Sanz se le despeja el camino a Daniel. Escribe Oberdán Rocamora, Redactor Estrella, para JorgeAsísDigital.
En «Solo tres en la pantalla» se aludió a la competencia abierta entre Mauricio y Sergio.
“Por los radicales que se disputan a cuchillo”.
En Jujuy, Sergio lo madrugó a Mauricio. Al exhibirse con fondo de montañas, aferrado a la sonrisa del senador radical Gerardo Morales, El Milagritos.
Por su parte, en Córdoba, Mauricio amaga con el diputado Oscar Aguad, El Radical Pro. Mientras recibe gastadas loas de la señora Carrió, La Demoledora. Una radical originaria, que desarma las coaliciones siempre transitorias que arma.
Ambos -Sergio y Mauricio- se lucen en la pasarela junto a sus radicales presentables.
Resta, en la competencia, sobreactuar el modelaje con Ernesto Sanz, la Eterna Esperanza Blanca.
Desde hace alrededor de un año, por los favores de Sanz trajina Emilio Monzó, El Diseñador del macricaputismo. Mientras, desde hace un par de meses, El Consultor Misterioso trajina para acercarlo (a Sanz) hacia la Franja de Massa.
Pero Sanz, transformado en la perla de la corona radical, lanza su propia candidatura presidencial. Como si tratara de subir la desmesurada cotización.
Eleva Sanz el precio del doble atributo que lo caracteriza. Disponer de autoridad formal en el partido centenario (que se tajea). Y “medir” poco. Virtud que encierra la máxima tentación para quienes quieren alucinan con convertirlo en el vicepresidente ideal. Por su parte, La Eterna Esperanza Blanca se deja cortejar. Incluso seducir. Plantea la provocativa disipación de “no poner límites”. Va “por las ideas”, no “por las personas”.
En otro doble juego de acercamiento y distancia con que Sanz confunde a los seductores. Ante el desconcierto y estupor de los otros protagonistas del devaluado Frente Unen. Con los emblemas corales de Los Cinco Latinos, presidenciables brotados del inmóvil eje socialista-radical.
Socialistas mormones de Santa Fe, representados por Hermes Binner, el John Wayne de El Hombre Quieto. Junto a los izquierdistas desorientados, de medialuna enarbolada, que responden a Fernando Solanas, El Dirigente Universitario. Y con los radicales breves que se referencian en Cobos, El Malvinero Sentimental, fortalecido por el inquietante Grupo Santa Romana.
Radicales recostados, en la práctica, casi dispuestos para ser divididos en tres, cuatro, innumerables porciones.
El negacionismo
Daniel, tercer protagonista de la miniserie, se manifiesta neutral en La Batalla por los Radicales.
Parece disponer, en adelante, del camino (relativamente) despejado. Sin que nadie se arriesgue, hasta hoy, a enunciarlo en voz alta.
La apertura de caminos es el producto imaginario del acuerdo improbable entre La Doctora y Francisco, San Borocotó.
O por lo menos se trata de una decisión pragmática de La Doctora, que se resigna a “fumárselo a Daniel”. Al sacrificio de bancarlo. Milagro Scioli dista de ser el modelo del kirchnerista perfecto. Pero no cuentan con otro mejor. “Aparte -se confortan- Daniel estuvo siempre”.
En principio, los esmeriladores del cristinismo dejaron de esmerilarlo. Kicillof, El Gótico, se puso hasta el casco para acompañarlo en la fotografía.
Por lo tanto Daniel cumple, evita las expresiones diferenciadoras, compra el cristinismo en pie como si fuera cualquier Urribarri. Respalda hasta el último barbarismo conceptual de La Doctora.
En otro momento de repliegue, para juntar fuerzas, recuperarse y avasallar otra vez, La Doctora recurre a la identidad peronista. Así sea a través del explícito retrato de Evita y El General, que completa la escenografía.
Como los restantes gobernadores del Peronismo Vegetal (con la excepción de De la Sota, El Cordobés Profesional), Daniel se somete a la supuesta conducción de La Doctora. Y marchan juntos, solidarios y falsos, por el sendero de la patología, como si no se percataran del hundimiento en el ridículo.
Sumados todos, los peronistas vegetales, a la ficción del negacionismo.
Consiste en negar la gravedad del default. En negar el grotesco del desacato. En negar el descalabro de la economía y la carencia absoluta de credibilidad.
Son silenciosos colaboracionistas que llevan al peronismo hacia la sepultura. Mientras participan en la construcción del sobreactuado anti-imperialismo bipolar.
Retrocesos
Al despejársele el camino a Daniel, se clausuran automáticamente los caminos de franela presidencial de otros audaces que buscan posicionarse.
Retrocede, en primer lugar, Urribarri, El Padre del Marcador. Aunque podría anotarse, a lo sumo, como número dos, si quien concentra el poder –La Doctora– lo dispone.
Como retrocede también la gestualidad del Chivo Rossi, El Soldadito de Milani. Al que nadie -hasta el cierre del despacho- toma en serio como candidato. Ni en el ejército ni en Santa Fe.
Otro que propaga el deseo de ser presidente es Domínguez, El Lindo Julián. Para ajustarse, en adelante, acaso al rol más dificultoso de ser eventual gobernador de Buenos Aires, La Provincia Inviable. En un paquete posible con Diego Bossio, el próximo muñeco que Kicillof se dispone a voltear. La Doctora dejó de protegerlo a Bossio, y la caja es significativa.
El posible desplazamiento de El Lindo Julián hacia La Inviable, o hacia el clavel irrisorio de la devaluada Jefatura de Gabinete, atenúa también las ambiciones protagónicas de Patricio, El Mussi Chico.
No se conforma –El Mussi Chico– con el legado familiar de la mini-gobernación de Berazategui. Por la amistad de Máximo, En El Nombre del Hijo, y por dos apariciones en 678, creyó encontrarse en carrera para la gobernación. Como si fuera Espinoza, el mini-gobernador de La Matanza. O El Montoya de Scioli. Es Santiago Montoya, el cordobés que se anima -aún sin suerte- a la paquetería de pretender gobernar a los bonaerenses. O como si fuera Martín Insaurralde, El Ex Barrilete de Plomo. Es, de la legión de aspirantes, “el que mide más”. Insaurralde concentra con su casamiento más atención que todos los postulantes juntos.
Insaurralde cuenta, por la atracción de Jésica Sirio, con el favor de la esfera mediática, que es, en la actualidad, más gravitante que la propia acción política (que aparte escasea).
De todos modos, El Mussi Chico va a hacer lo que decida Máximo, que es el único que tiene cierta Licencia de Corso. Para anotarse en la carrera que a La Doctora le plazca.
Tanto Máximo como La Doctora hoy son protagonistas de las más dispares maquinaciones. Es inútil registrarlas. Martingalas conjeturales que el portal aún no considera.
Final con Randazzo
Pero por más que se le despeje el camino, Daniel, Milagro Scioli, el Líder de la Línea Aire y Sol, tendrá que sortear otro obstáculo.
Es Florencio Randazzo, El Loco de la Florería. Islote independiente del archipiélago cristinista.
“Al Loco no lo conforma la idea de ser gobernador”, confirma la Garganta.
La Doctora no lo quiere tener cerca. Pero Florencio, aunque no tenga lugar en la mesa chica, se mantiene. Hace equilibrio entre los vagones. Sella pasaportes. Driblea acusaciones.
El “Loco” Randazzo es el peronista desopilante que estalla hasta desarmarse cuando le comunican alguna verdad que lo ofende y le molesta. Por ejemplo que hay “solo tres en la pantalla”. Mauricio, Sergio y Daniel. No se distingue ningún otro en la fotografía. Aunque se esmeren con morisquetas, entrevistas y cartelones.
“Se compran la agenda de los medios que están comprados”, confirma la Garganta que sostiene Randazzo. Convencido que El Loco va a vencerlo, en cualquier interna, a Daniel. “Así lo apoye Cristina, La Cámpora o el Papa”.■