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Por Juan Turello. “¿Cómo está la economía? Como si estuviéramos jugando contra Bolivia, en la altura, y perdemos uno a cero”. La deportiva descripción de un analista del consumo justifica por qué el gobierno de Mauricio Macri decidió retomar la iniciativa para aliviar el costo social, señala mi nota dominical en La Voz del Interior.
Está claro: Macri no tiene los reflejos políticos de Cristina Kirchner. Aunque nada justifica la decisión de eludir a los jueces, que la tienen acorralada, la ex presidenta mostró que tiene una mejor forma de comunicar y simplificar las definiciones para los argentinos. Aunque estas sean discutibles.
Sin ese carisma, Macri se apoya en la gestión, pero tardó en reaccionar ante la profundización de la pobreza que se produjo por la devaluación, la eliminación de las retenciones y el sinceramiento de los precios de los combustibles y de las tarifas.
Esas medidas eran necesarias en una economía estancada en su industria y en las economías regionales, con un campo que producía a la mitad de su capacidad de generación de riqueza.
Sobre llovido, mojado. En Córdoba, hay unas 400 mil hectáreas anegadas, donde corre riesgo la cosecha de soja. Los tambos de la zona central están perdiendo más de 100 mil pesos mensuales, según calculó Gustavo Prataviera, titular de los productores lecheros (Caprolec). Las pérdidas en el campo impactan en las economías del “interior del interior”.
El “sinceramiento” de la economía sumergió en la pobreza a 1,4 millones de argentinos. Para rescatarlos, Macri dispuso la generalización de la Asignación Universal por Hijo (AUH), un pago extra de 500 pesos para jubilados y pensionados en mayo, la convocatoria del Consejo del Salario Mínimo –que dispondría una suba del 30% sobre los 6.060 pesos- y la reducción del IVA al 15% a los alimentos para los beneficiarios de la ayuda social y jubilados que perciban la mínima.
¿Por qué no se aplicaron estas medidas en forma simultánea con el tarifazo y la suba de precios? No hay una justificación contundente del Gobierno. Se podría especular que, en medio de un proceso inflacionario, inyectar más pesos al mercado subiría aún más los precios. Pero es sólo un análisis.
En el primer trimestre, la compra de alimentos cayó 4%; en los súper las ventas se retrajeron 8% a nivel país y en los almacenes de Córdoba, 4%.
La apuesta de Macri es generar confianza, que incentive las inversiones y los negocios. En el mundo, lo logró. Los inversores están dispuestos a ofrecerle hasta 25 mil millones de dólares para una colocación de deuda que será sólo la mitad de ese monto.
Alfonso Prat-Gay, ministro de Finanzas, estimó que la tasa estará en torno del 8% anual. Es casi la mitad de lo que la Argentina le pagaba al gobierno de Hugo Chávez, el único prestamista en el kirchnerismo. La colocación que se cerrará a partir de hoy es un buen rendimiento en un mundo que tiene disponibilidad de dinero y en el que los bonos norteamericanos a 10 años rinden apenas 1,8%.
El riesgo es el festival de deuda de las provincias, que cambiarían el permiso para llegar al crédito internacional por votos en apoyo a los proyectos macristas. Ese dinero ayudará a la recuperación en el segundo semestre (más el efecto paritarias y aguinaldo).
El empate en la altura es un buen resultado, aunque la leve caída sería irreversible.