Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en...
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Por Manuel Tagle (Empresario). Pretender controlar desde el Estado las variables económicas, sin advertir el poder inexorable de los mercados, no sólo está mostrando síntomas de agotamiento, sino que sencillamente ha llegado a su fin. En ese sentido, la economía nunca perdona.
Los resultados…
… dejan de coincidir con los fines propuestos. Ello explica, que la profundización de esta política se haya transformado en una necesidad para el Gobierno.
Como consecuencia, las inversiones se esfuman. Junto con Venezuela somos el país que menos inversiones externas viene captando en los últimos años. Sin ellas, se frena el crecimiento y más aún el desarrollo; se agrava la desocupación y la marginalidad, y por añadidura, la inseguridad se torna cada vez más incontrolable.
En contraposición, los monólogos de la presidenta Cristina Kirchner por cadena nacional irradian un optimismo exultante, que es cada vez más surrealista.
Las manifestaciones espontáneas y contundentes de la clase media en todo el país representan, por primera vez, un claro mensaje de cambio. Ello implica que gran parte de la sociedad lo exige y lo cree posible.
El momento histórico es tan favorable y nuestro país tan rico, que el Gobierno aún podría cambiar. Si lo hace con capacidad de autocrítica, la reacción del país sería asombrosa. Dejar atrás los vestigios de populismo y demagogia de esta política, implicaría poner definitivamente al país de pie.
Las declaraciones de Rudolph Giuliani, ex alcalde de Nueva York, en la convención republicana de Estados Unidos, explican las confusiones que nos caracterizan desde hace tiempo. Dijo: “Nosotros no confiamos en el poder del Estado; creemos en el poder maravilloso de los individuos, ese poder que hizo grande a esta nación”. Un ejemplo.