Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en...
Suscribite al canal de Los Turello.
F. es modelo. 25 años. Vigorosa, altiva y bella. Oberdán Rocamora para Jorge Asís Digital.
En principio, F., la “novia ausente” del extinto fiscal Alberto Nisman, no es la misteriosa mujer calcinada que apareció frente al edificio Le Parc.
Es una bella muchacha de 25 años, que el 27 de diciembre de 2014 compartió la cena íntimamente especial con “el doctor Alberto”. 51.
Ella es Serpiente de Tierra y el era un Gato de Agua.
La ceremonia era para despedirlo. El doctor Alberto, como lo llamaba, partía hacia Europa, en un periplo familiar. Sin siquiera imaginar que ya estaba condenado.
La señora Gladys, la mucama, cuenta incluso que, después de aquella noche de romanticismo previsible, lavó una remera de la “novia ausente”.
Sin tacos, F. mide 1,70 m. Calza zapatos 37. El pelo es castaño y los ojos son radiantes, marrones. Tiene dientes perfectos que le facilitan la seducción de la sonrisa. Alguna abuela diría: “dientes de mentirosa”. Otra, de mujer afortunada.
F. es una de las tantas modelos que L. promueve. Es L. un experto distribuidor de belleza selectiva. A su vez, L. es buen amigo del abogado impetuoso que explota cierto inquietante boliche de Palermo. Por Honduras. En la Sala VIP, el fiscal solía apurar, según nuestras fuentes, alguna diet 7Up. Coincidía con las damas fosforescentes del plantel de L., que legitiman el catálogo de su página web.
Por prejuicio profesional, por el afán costumbrista de escaparle a la botonería, en esta crónica no se brindan datos ni nombres reales. Queda para cualquier otro especialista en la materia. Si presentan a F. en sus entretenimientos televisivos, la muchacha podrá conquistar la suficiente repercusión. Con suerte, hasta para danzar en el baile canónico del señor Tinelli.
Pero ocurre que F. tiene un novio principal: T. También T. es modelo.
Significa confirmar que el doctor Alberto formaba parte de la clandestina relación triangular. De ningún modo se aspira, aquí, a profundizarla. Ni siquiera se intenta sugerir la posible existencia del amor racionalmente pactado. Entre regalitos gentiles y las atenciones cordiales de un caballero.
Esta crónica indeseable sirve para acabar con las especulaciones que aluden a “la novia ausente”. Como si fuera, para los fantasiosos, la “entregadora”. La profesional inescrupulosa que les “abrió la puerta a los comandos asesinos”. O peor, como si fuera la muerta de carbón. Horror que muestra que Puerto Madero nada tiene para envidiarle a la villa más cruel.
Es útil también la crónica para aclarar que Nisman distaba de ser un adicto a las relaciones íntimas con otro varoncito. Como La Doctora lo insinuó, en tres ocasiones, casi como si fuera un pecado. Cuando se presentó para la cadena nacional “toda vestida de blanco, almidonada y compuesta”.
Al contrario, el doctor Alberto pudo participar, según nuestras fuentes, junto a F. -y con la festiva incorporación de C., otra modelito de L.- de un jocundo terceto de saludable algarabía.
Se registró a principios de noviembre, en Cancún, un paraíso violentamente luminoso de México.
Pudieron conocerse, aparte, en las redes sociales, determinadas postales del ámbito personal. Relativos al viaje.
Entre los tres, se prodigaban selfies relajadas. La divulgación transcurrió como consecuencia de la perforación del correo electrónico del fiscal. Instrumentación de algún servicio que utiliza muy mal la producción de inteligencia.
Los “servilletas” lo tenían técnicamente penetrado al doctor Alberto. Como confirma la Garganta: “El Ruso fue condenado el día en que decidió volverse de Europa”. Cruzar de vuelta el océano fue, en definitiva, su perdición.
“Así que este h. de p. viene a denunciarnos”, se dijo desde la altura mareada del poder. “Con la guita que le dimos. Si tuvo trato de ministro sin cartera”.
“Con la que se lleva desde hace diez años, y ahora viene contra nosotros”.
Al doctor Alberto lo esperaban en Ezeiza. Y no se trataba precisamente de “la novia ausente” de Cadícamo.
Lo persiguieron con las camaritas de la Policía de Seguridad Aeroportuaria, PSA. Las que cuentan con un software demasiado inteligente. Permiten, por ejemplo, seguir el recorrido entero de cualquier desgraciado, a través de teléfonos celulares mucho más inteligentes que los propios servilletas. Sofisticada tecnología que no existía en la época de James Bond, ni en la de Cadícamo.
Consta que no se perdieron el mínimo detalle del regreso del fiscal, que llegaba para denunciar y morir. De jean, camisa azul, flaco y estilizado, arrastraba el equipaje de mano con rueditas. Se lo ve con claridad en la ineludible primicia de C5N.
Nada extraño surge de la auditoría que ordenó Montenegro. Es el titular de la PSA. Un progresista de excelentes intenciones, al que suelen pasarlo al cuarto, con asiduidad. Hoy, Montenegro debe responder las requisitorias muy bien orientadas de la fiscal Cisnero, de Lomas de Zamora, con competencia en la zona del aeropuerto.
Cisnero quiere saber por qué lo filmaron, con voluptuosos detalles, al doctor Alberto. El fiscal que llegaba para denunciar y morir.
La jurista debería rastrear entre los intestinos conflictivos de la PSA. Trasciende que no menos de tres cuadros activos responden, según nuestras fuentes, a otra terminal. Donde sobran los celulares inteligentes. Por inversiones de riesgo mínimo.
Para aliviar las tensiones espirituales de la fiscal Fein, puede asegurarse desde aquí que, en la madrugada del fatídico 18 de enero, cuando lo mandaban “para arriba” al doctor Alberto, la novia ausente se encontraba con su novio. En una ciudad balnearia de enfrente. Oriental. Podía notársela vigorosa, altiva y feliz. Abrazada a T. Ambos a los besos, con el pelo al viento y la fuerza del sol en los rostros.
Al enterarse de la muerte del doctor Alberto, el amigo con derecho a toque, la bella F., por las dudas, cerró su página de Facebook. Por prevención.
Pero la tensión espiritual aumentaba. Y al saberse aludida ya como “la novia”, comenzó a preocuparse más. Sobre todo cuando, en la primera plana de La Nación, se trataba el asunto de la novia.
Entonces F. clausuró también su cuenta de Twitter. Y por si no bastara, acabó también con su cuenta de Instagram.
La novia ausente -pobre- está casi aterrada. Con ostensibles deseos de refugiarse, según nuestras fuentes, en otra localidad turística, también marítima. Donde reside, aún, su familia.
Oberdán Rocamora
para JorgeAsisDigital.com