Recuerdo lo que significó para mi pueblo, Adelia María, la llegada de un profesor de Educación Física, allá por comienzos de la década de 1970. Revolucionó todo: el grandote agarró la bala, el rápido corrió más de 100 metros, el enérgico ensayó el maratón, el hábil empezó a hacer de todo. Y aparecieron los talentos.
En el año que se hizo una rotonda para un nuevo barrio, los chicos empezaron a hacer ciclismo como si fuera un velódromo. Y así surgió Sergio Rolando, participante olímpico en Barcelona ‘92.
La oportunidad hace al deportista. ¿Qué sucedería si en forma sistemática hacemos llegar útiles y equipos necesarios para la práctica del deporte, destinados formadores y preparadores físicos y mejoramos las instalaciones en los barrios? El deporte de competencia tendría una base mayor y el deporte social recuperaría potenciales candidatos a los peores vicios.
Los clubes ya están, y muchas veces con dependencias ociosas o descuidadas. Sólo habría que superar la politiquería de cuáles funcionarios salen en la foto de las inauguraciones.
Sebastián Crismanich tenía condiciones para todo, desde el fútbol a la natación, pero eligió seguir a su hermano Mauro y a su padre tras las artes marciales. Al principio peleaba con los ojos cerrados o llorando, porque no le gustaba; o rogaba que se rompiera el auto para no llegar a los torneos. Pero se superó: no quería quedar como un pusilánime ante su familia y, junto a su hermano, también gran taekwondista, se vinieron a Córdoba con un bolsito y los protectores para encontrar lo que Corrientes no le daba: un entrenador para avanzar. A la oportunidad le agregó toda su desbordante personalidad.
Pero lo primero es lo primero. Ojalá algún día nos demos cuenta lo que el deporte puede brindar socialmente, y organicemos en forma sistemática ese posible beneficio. Y veremos un disco, un cesto o un martillo junto a la pelota, todo a la mano y en el barrio, para salir a intentar esa magnífica aventura que Sebastián acaba de concretar.
¿Qué es imposible? Será entonces “la gran Galeano”: buscar el horizonte para avanzar. Creceremos en la búsqueda, aprenderemos a proceder en equipo, seremos mejores compañeros y el juego nos hará más grandes. Con medallas tan importantes como las de los Juegos, pero en las calles.