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Por Rosa Bertino (Periodista de Espectáculos). Días atrás se realizó una nueva edición del Martín Fierro Federal. Le ponen “federal” para no decir más “del interior”, que sonaba peyorativo.
Desde hace rato, ese premio es una buena excusa…
…por caso, para viajar a las Cataratas de Iguazú y alojarse en un hotel cinco estrellas con vista al imponente salto. Por lo demás, la estatuilla sólo existe para la repisa de los galardonados, y en algún logo de la emisora que los alberga.
También debería servir para preguntarnos por qué, sin escabullir las respuestas. Al menos no todas. Días antes de la gala misionera, el periodista Daniel Santos, en La Voz del Interior, ironizó sobre lo poco que tiene de federal un certamen que discrimina, casi groseramente, entre Buenos Aires y el resto. ¡Y porta el nombre del gaucho argentino por antonomasia!
Hoy se asume, con provinciana resignación, que Córdoba o Rosario nunca llegarán a competir en la primera categoría de la tele, el cine o el teatro. Podrán hacerlo en deportes, ciencia o cualquier otra disciplina artística, pero no en el terreno audiovisual o escénico.
Inevitablemente, esa nota me remitió a una que escribí hace casi 20 años, para el mismo medio, cuando Daniel Santos debe haber estado en la primaria. Yo hacía los mismos planteos. Y si hubo otros precedentes, es porque la TV estaba en pañales.
Pero como sostiene el centenario historiador Efraín Bischoff, “éste es un pueblo unitario, disfrazado de federal”. El propio público prefiere los envíos porteños. En la misma línea, hasta no hace mucho, buena parte de la producción local estuvo relegada al cable. De los canales de aire, recién ahora los SRT y Teleocho han mejorado la infraestructura técnica. La escasa iluminación, las pobres escenografías y las fallas en el audio han sido y son una “marca” en el orillo de Canal C (“C” de Córdoba). ¡Y mire que han pasado años desde que empezó a transmitir!
A su vez, es innegable que la pantalla vernácula carece de apoyo publicitario. Es increíble la publicidad que concentran Tinelli o los envíos de Pol-ka, sean “chivos” o tandas. Por su parte, los publicistas siguen aduciendo que no tienen la culpa de que la “torta” se reparta en Buenos Aires. Y le tire sólo unas migajas al interior.
¿La explicación? Capital Federal y conurbano bonaerense detentan el grueso de la audiencia y rating. También aducen que Córdoba no tiene “farándula”, otro dato esencial para colocar publicidad. Como se ve, esta historia se mueve en círculos.
Sin embargo, ahora que la TV porteña se ha mediocrizado a niveles insospechados, se puede empezar a escribir otro capítulo. Hay que animarse e invertir más. No sólo plata, sino ideas.