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Por Juan Turello. El asesor en finanzas se paró frente a potenciales inversores: “Si tienen recursos, ¿quieren invertir en el “dólar bolsa” (se acredita en cuentas en el país) o en “contado con liqui” (se acredita en el exterior)?”, señala mi nota dominical en La Voz del Interior, que alude a una devaluación inevitable.
La respuesta es fácil de imaginar: no. ¿Por qué? Porque ambas operaciones dan pie a investigaciones de la Afip, de la Comisión Nacional de Valores y de la UIF, entre otros organismos que escarban sobre los antecedentes y la conducta tributaria y bursátil del potencial inversor. “Por esa razón, los que pueden compran el dólar blue; han instalado el temor”, concluyó el asesor.
En una reciente exposición ante periodistas, José Simonella, titular del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de Córdoba, analizó la gestión de Alejandro Vanoli al frente del Banco Central: “Controlaron la brecha sin devaluación (como hizo Juan Carlos Fábrega), sólo minidevaluaciones, con fiscalización y dólar ahorro”, sostuvo.
A través del dólar ahorro, el Central ya volcó 4.766 millones desde enero de 2014. Esos billetes se hicieron “puré” en pocos días. Se compraron en una ventanilla y se liquidaron en las ventas marginales.
¿Aguanta este esquema hasta fin de año? Sí, ya que el Gobierno acaba de colocar el Bonar 2024 (1.415 millones) con el objetivo declarado de construir “viviendas populares”; el Banco Central de Francia está a mano para prestar e YPF tomó 1.500 millones, todos los cuales se traducirán en pesos (y en deuda), pero servirán para sostener las reservas hasta el cambio de mando.
El CPCE proyectó tres escenarios para fin de año: en el más negativo, sólo quedarán 16.900 millones para el próximo gobierno (casi las que encontraron los Kirchner al asumir); en el más positivo, habrá 28.900 millones, aunque el endeudamiento –al contrario del discurso oficial- habrá crecido.
¿En qué tiempo se producirá la devaluación? ¿Cuánto? ¿Y la inflación? Las respuestas están sujetas a cómo evolucione la economía este año.
En las recientes Jornadas de Economía en Mar del Plata, a las que concurrieron figuras del kirchnerismo, hubo consenso en que “la devaluación es inevitable” con el próximo gobierno dado el atraso cambiario (la actualización del peso es menor a la inflación real).
¿Cuánto? Entre 30 y 40%. ¿En qué plazo? Uno de los trabajos que se presentó aludió a que, históricamente, sucede en los cuatro meses posteriores de la asunción si el gobierno es de signo contrario (¿Macri, Massa?) o en los 12 meses siguientes, si se trata de una gestión del mismo color político (¿Scioli?).
¿Y la inflación? “Para esta medida se necesita un plan integral, que complete lo fiscal y lo monetario, más allá de una eventual entrada de dólares especulativos”, acotó Simonella. Entre los asistentes pareció ganar fuerza la idea desgranada por Miguel Ángel Bein de privilegiar la inversión en infraestructura y los insumos para la industria, antes que los particulares usen la bicicleta para contener al dólar blue.
El cepo a las importaciones (sólo se autorizan ingresos más allá de los 90 días a la espera de los dólares de la cosecha) afectará aún más la actividad industrial y a las exportaciones, que retroceden desde hace 15 meses.
¿Alguna buena? Sí, la construcción da señales de comenzar a moverse. En Córdoba, las ventas no financiadas aumentaron casi 42 por ciento en marzo; a nivel país, el Índice Construya también mostró una recuperación. La plata sale del colchón para posicionarse ante el mejor clima de negocios que todos esperan para 2016.