Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en...
Suscribite al canal de Los Turello.
Por Claudio Fantini (Periodista, politólogo y docente de la UES 21). Pese a la enfermedad de Hugo Chávez, en Paraguay estuvo la marca más fuerte de 2012 en Latinoamérica: la destitución de Fernando Lugo (foto), mediante un súbito y expeditivo juicio político…
… el relevo sacudió a la región frente a un acontecimiento de alta complejidad. No fue un golpe de Estado, pero fue un estropicio institucional perpetrado con salvajismo político. A la vez, dejó a la vista una pasmosa capacidad de indignación social: se supone que debió producirse un considerable estallido de protesta en defensa del presidente abruptamente destituido, pero nada pasó.
En rigor, la única consecuencia fue que la suspensión de Paraguay del bloque Mercosur le abrió la puerta al ingreso de Venezuela, que estaba trabada en el Senado guaraní. Una jugada igualmente súbita y expeditiva que también dejó gusto a tramoya institucional.
Otro hecho político significativo, además por cierto del posible retiro definitivo de Chávez del poder, fue el retorno del PRI al gobierno de México. El viejo partido que fundaron Plutarco Elías Calles y Lázaro Cárdenas en 1929, se había envilecido tanto en las siete décadas de poder hegemónico, que al sacarlo del gobierno del Estado por las urnas en el año 2000, los mexicanos habían olvidado el gran servicio que había prestado al país.
En definitiva, fue el Partido Revolucionario Institucional el aparato político que acabó con el caudillismo que había hundido a México en décadas de violencia tras el triunfo de la revolución agrarista. Renovado por sus 12 años en el llano opositor, el PRI vuelve al poder sin “prinosaurios” y con un acuerdo entre los tres grandes partidos para fijar políticas de Estado que dan una lección a la región.
También Brasil dio otro mensaje a la región, que observó perpleja el juicio por el “mensalao” y la condena que recibieron José Dirceu (mano derecha de la presidencia de Lula) y otros altísimos jerarcas del PT. Con todas sus limitaciones y gangrenas de corrupción, Brasil ya había dado un ejemplo democrático cuando destituyó a Fernando Collor de Mello por corrupción. Aquella vez fue un presidente conservador. Ahora, el entorno del presidente más popular de la historia brasileña, juzgado y condenado por corrupción, a pesar de que gobierna el partido al que pertenecen los sometidos a juicio y condenados.
Reforzó esa lección la implacabilidad de Dilma Rousseff, al expulsar de su gobierno a cualquier funcionario sospechado de tráfico de influencia o desvío de fondos. La contracara de los blindajes judiciales que se ven en la Argentina protegiendo a Amado Boudou, Ricardo Jaime, Ricardo Etchegaray y muchos otros, con excepción de Felisa Miceli.
Se ve que los brasileros están aprendiendo a valorar la lucha contra la corrupción, porque la última encuesta muestra un 78% de aprobación popular a la presidenta Dilma Rousseff, en lo que ha sido un año económicamente muy duro para la potencia sudamericana.