Por Claudio Fantini. Una de las claves para el éxito gubernamental de Mauricio Macri será no perder de vista que su verdadera base de apoyo en la sociedad es la que se vio en las PASO o, en todo caso, en la primera vuelta. El amplio respaldo que obtuvo el domingo fue, más bien, una amplia desaprobación al kirchnerismo.

No embriagarse con la cifra del ballotage será clave para mantener los pies sobre la tierra y entender la complejidad de la sociedad que tendrá que gobernar.

Mauricio Macri y Cristina Fernández de Kirchner | Foto: andigital.com.ar

❝Una de las claves para… Macri será no perder de vista que su verdadera base de apoyo en la sociedad es la que se vio en las PASO❞ (PRO: 24,28%; Cambiemos: 30,07)

Cristina se embriagó con el 54% de su reelección, dejando de ver lo evidente: si bien venció a una oposición increíblemente inepta y dividida por demás, la cifra se abultó notablemente por el efecto emocional de solidaridad que provocó la sorpresiva muerte de Néstor Kirchner un año antes.

En las PASO se vio el apoyo a lo que Macri representa como idea política y económica. En la primera vuelta, se agregaron los que empezaban a buscar la derrota del kirchnerismo. Este bloque se unificó finalmente en la segunda vuelta para garantizar la derrota de Cristina y su fuerza política: el Frente Para la Victoria (FPV). Ergo, el porcentaje de este domingo habla más de la derrota kirchnerista que de la victoria macrista.

El mérito de Macri fue llegar hasta el punto en el que lo elevaría la ola dispuesta a desmoronar el poder que rigió más de una década.

El resultado fue más una derrota de Cristina que de Scioli. De haber ganado el FPV habría sido más mérito del gobernador bonaerense que del kirchnerismo, que realizó una agresiva campaña de difamación contra Macri, sin elogiar al candidato propio.

❝El resultado fue más una derrota de Cristina que de Scioli, que muestra la dimensión del hartazgo en la sociedad❞

La derrota del FPV muestra la dimensión del hartazgo en la sociedad. Se los había advertido Alberto Samid: “Con cada cadena nacional perdemos 700 mil votos”.

Scioli no tuvo ni el coraje ni la estatura para independizarse y dar vuelo propio a su discurso. Pero más que de Scioli, la mayoría está harta de la prepotencia, la arbitrariedad, el sectarismo y la “egocracia” que construyó Cristina Kirchner con La Cámpora, su círculo íntimo, una corte de intelectuales, un aparato de propaganda y una legión de periodistas.

Si Scioli hubiera triunfado, por estas horas se hablaría del genial estratega político que, con la calma de los ajedrecistas, supo soportar agravios, ninguneos y palos en la rueda por tener en claro un camino y una meta. Pero como perdió, su liderazgo se diluirá velozmente, al tiempo que dejará la imagen de un hombre que soportó servilmente las humillaciones proferidas por el liderazgo, al que se subordinó con lealtad perruna.

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