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Por Juan Turello. Alguien le preguntó a un consultor cordobés que asesora a prominentes políticos: «¿Por qué Macri no habla al país y plantea –como Churchill– el escenario de ‘sangre, sudor y lágrimas’ que supone el acuerdo con el FMI?«, comienza mi nota en La Voz. «Porque hoy la palabra de Macri no es aceptada (la imagen negativa está en torno del 60% y porque ese era el mensaje para cuando inició su gestión», respondió. «¿Cómo sale de la crisis?», insistió el periodista.
«Sólo con el apoyo de los gobernadores, porque los gremios y cierto peronismo ya se corrieron del escenario de un acuerdo. Algunos, incluso, pretenden que no termine su mandato», concluyó al analista.
Este es el dramático escenario que atraviesa hoy la Argentina. José Simonella, titular del Consejo Profesional de Ciencias Económicas (CPCE), advirtió en la semana que “sin acuerdo político, cualquier medida está destinada al fracaso”.
Ante los integrantes de la Cámara de Comercio, el economista Daniel Semyraz advirtió que “lo peor está por venir” ante las complicaciones externas –subas del dólar y tasas, y una “guerra comercial”-, además del frente interno complicado.
El consumo cae porque los salarios pierden ante una inflación que en los últimos 12 meses trepó 29,5%, según Indec; la inversión privada es mínima ante la incertidumbre y el Estado está obligado a reducir el gasto público en unos 300 mil millones de pesos. El aumento en las exportaciones se licúa por el déficit energético.
La caída de los componentes de demanda agregada implica una recesión de dos o tres trimestres consecutivos, advirtió Semyraz. La rueda comenzaría a moverse “con una buena cosecha de maíz y soja” a partir de marzo de 2019.
Macri y parte de su equipo coinciden. Por esa razón, decidió no tocar –por ahora- las retenciones. Esta línea del Gobierno sugiere que, por un dólar más competitivo, la industria aumentará sus exportaciones y se mantendrán las de minería y carnes, y que el campo hará su aporte con granos y productos agroindustriales.
Macri no irá al acto de la Rural. Retenciones y Ganancias no están descartados si fracasa el achique del gasto.
A Lagarde no le queda otra alternativa que apostar por Macri; al Presidente tampoco. No hay otro prestamista de última instancia.
Otro sector del Gobierno –encabezado por Nicolás Dujovne- advierte que no están descartadas las retenciones ni una mayor presión del Impuesto a las Ganancias, si el ajuste en el gasto no da resultados.
Como concepto, Macri rechazó la aplicación de impuestos a las exportaciones, pero no dijo –explícitamente- que se mantendrá la baja de retenciones a la soja. No estará en la inauguración oficial de la Rural de Palermo el sábado 28, donde debería ser contundente sobre este tema. Prefirió viajar a Sudáfrica.
El peronismo, los gremios, las organizaciones sociales y la izquierda le han dicho “no” al FMI. A Christine Lagarde no le queda otra alternativa que apostar por Macri. Es, además, la apuesta del G-20 contra la receta populista que ganó en México (López Obrador) y puede triunfar en Brasil (Lula).
A Macri no le queda otra alternativa que apostar por el FMI. No hay otro prestamista de última instancia.
Los inversores institucionales y privados ya no financian el gradualismo. El ahorro interno exige 47,5% en Lebac para no irse al dólar.
¿Qué dirigente está dispuesto a acompañar un ajuste, que hará más difícil la coyuntura a asalariados y jubilados? Pero, no es un tema de supervivencia partidaria. Si la política no entiende el crucial momento y la necesidad de reducir los gastos del Estado en los distintos niveles, la factura que pasará la economía será peor.
A la receta de Churchill habrá que cambiarle el nombre y explicarla bien a la sociedad.