Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en...
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Por Juan Turello. A Mauricio Macri le gusta el fútbol. Por esa razón, lo vamos a definir en términos futboleros. El actual Gobierno pierde por goleada en comunicación en comparación con la gestión kirchnerista. El Presidente protagoniza un papelón cuando anuncia que “la inflación está bajando”, y el dato de enero (2,9 por ciento) no sólo es más alto que el de diciembre último (2,6 por ciento), sino que el trimestre febrero, marzo y abril también tendrá indicadores altos, en torno del 3% mensual, según prevén analistas privados.
La crema del postre: el índice de precios de los últimos 12 meses -49,3%- es el más alto desde 1991 (¡28 años atrás!), a cargo del “mejor equipo de la historia”. En su afán de criticarlo, los kirchneristas también protagonizan papelones, señala mi nota en La Voz. Veamos.
Además, la gaffe del tapiz con la foto de Romeo y Julieta sobre el ingreso a la Casa Rosada. Ni para los días patrios se recurrió a semejante creatividad.
La aparatosa comunicación del kirchnerismo en su momento, no pudo ocultar la manipulación del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), cuando los datos comenzaban a mostrar una suba incontrolable de la inflación. La distorsión se convirtió en un papelón mundial para un organismo que había sido reconocido por la calidad estadística. Hasta llegamos a tener menos inflación y pobres que Alemania, decía el inefable Aníbal Fernández.
Los papelones del moderno “Rocky” Guillermo Moreno y del exministro Hernán Lorenzino, quien se “quería ir” de una entrevista para no hablar de la suba de precios, muestran la hipocresía de un sector que ahora se declara escandalizado por la inflación.
¿Por qué fracasa la más dura política monetaria que se haya aplicado en la Argentina, con una fuerte reducción del déficit público?
Hay varios factores para explicar el fracaso de la lucha contra la inflación, pero el dato de febrero se basa en la suba de los alimentos, la carne y las tarifas, además de la “inercia inflacionaria” que practican los argentinos. La razón popular que se usa para argumentar el alza de precios son los movimientos del dólar, pero la divisa norteamericana no subió en enero, sino que bajó 1,4% en su valor minorista.
Más allá de factores estacionales, el gran motor de los precios es la suba permanente de los servicios y de los impuestos, que agregan costos a la economía.
Para el cálculo oficial, se suma como mala noticia el incremento del valor de la hacienda en pie, después de un letargo de tres años. Aquí influyen factores estacionales (lluvias y zonas anegadas), hasta la retención de animales por una suba de precios. La carne tendrá un fuerte impacto en la inflación de febrero, además de los gastos escolares y el tarifazo mensual.
El incremento en los alimentos es lo más preocupante para los sectores vulnerables. La pobreza ya alcanza a más argentinos que en la medición del primer semestre de 2018, admitió la ministra de Salud y Desarrollo Social, Carolina Stanley.
Macri espera que la actividad se recomponga a partir de abril próximo, para lo cual –dijo- prepara una batería de medidas para los sectores productivos, además de la anunciada reducción de las contribuciones patronales para unas 200 mil Pyme regionales.
La clave está en la recuperación del poder de compra de los salarios, que se produciría en el segundo semestre, por los aumentos paritarios y la estabilidad que ansía el Gobierno. Para ello, es fundamental la pax externa (dólar sin sobresaltos y calma en las guerras comerciales).
El consumo cayó 4% en el último trimestre de 2018, con un acumulado de 1% en el año, el tercero en baja, según Kantar Worldpanel. Esto explica el malhumor social.
La comunicación debe respaldarse en acciones concretas de un gobierno para recrear las expectativas económicas. Las fallidas experiencias del pasado y del presente debieran ser asumidas por quienes aspiran a sentarse en el principal sillón del poder el 10 de diciembre próximo.