Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en...
Suscribite al canal de Los Turello.
Por Eugenio Gimeno Balaguer. La inauguración de las sesiones ordinarias del Congreso Nacional siempre es un momento oportuno para enunciar cómo vamos a transitar el camino de la gestión en los próximos 12 meses.
Usualmente, consiste en anuncios que se componen de intenciones, metas a lograr y de pedidos a la población. Repasemos el discurso del presidente Mauricio Macri, ayer, en la apertura del 135° período de sesiones ordinarias.
Escuché atentamente el discurso y logré identificar más de 100 proyectos, casi por partes iguales mitad en ejecución y mitad en elaboración. No los menciono aquí, sólo referencio aspectos que a mí me parecen interesantes.
El Presidente comenzó con el pedido que escribió en los mismos libros de honor de las Cámaras: “Sigamos trabajando juntos por el país”.
En el inicio, remarcó el trabajo responsable y colaborativo del Legislativo y agradeció la buena voluntad por la comprensión en el sentido de que hace falta tiempo para resolver los graves problemas con que se enfrentan. Refiriéndose al conjunto de la población, expresó: “La resistencia y los palos no nos tienen que desanimar, nadie se animaba al largo plazo”. “Superamos lo más difícil y nos ponemos de pie, hay señales de mejora y cada año será mejor sobre bases sólidas y duraderas”.
“Sacar a los argentinos de la pobreza; menos relato y más verdad”; “el combate al narcotráfico” y “unir a los argentinos”.
Más de una veintena de veces, el Presidente mencionó la palabra juntos o una similar, como aporte de todos, cambio de mentalidad o forma de vincularnos, cultura del diálogo, comprensión, trabajo y crear oportunidades para todos.
Habló de una “revolución educativa” para generar entusiasmo, de un programa contra la deserción cercana al 50%, de articulación de las universidades y de un compromiso por la educación.
Para lograr competitividad es necesario trabajar juntos “desatando trabas”; y aquí no mencionó el Presidente a qué se refería, porque obviamente son numerosas y de todo tipo.
A veces, pienso que la corrupción condiciona la agenda política. Hay dos tipos de corrupción pública. La primera, es la delictiva, la del delincuente de cuello blanco, pero también existe la segunda, que es la ineficiencia de quienes administran el Estado que causan tanto perjuicio como la primera.
De todos modos “trabajar juntos”, “trabajar en equipo” para Macri parece ser la clave del éxito y hay que “curar muchas heridas para lograr un país unido” y el mecanismo es el “diálogo, en una Argentina federal para servir a los argentinos”.
Son propias: la primera, el ver en el recinto a legisladores portando carteles casi insultantes y una cara de la presidiaria condenada, sentí vergüenza ajena por la falta de respeto que supone.
La segunda: para mí lo más importante del discurso es la reflexión presidencial sobre “los afectos, sobre los sentimientos y emociones que es lo más real que tenemos”; sobre el convencernos que nosotros somos protagonistas, que tenemos todo lo que se necesita para salir adelante… y que lo que le dicen a él: “No aflojes Mauricio”, él nos lo devuelve a nosotros: “No aflojemos, no nos demos por vencidos, ratifiquemos la decisión por el cambio, nos necesitamos todos”.
En suma, se ve muy difícil que se puedan consensuar todos los temas importantes de una gestión nacional. Es necesario priorizar.
Hay aspectos que es imprescindible cambiar; otros, que se trata sólo de mejorarlos; otros, que pueden seguir como están y otros, que son marginales. Sobre eso habrá que seguir trabajando.